Creo que pocos, especialmente afganos, esperaban una mejoría respecto a la experiencia vivida a finales de los años 90, pero el nivel de deterioro en cuanto a derechos humanos de las niñas y mujeres es atroz.
Cada día surgen noticias que relatan un nuevo revés hacia los derechos de las mujeres en Afganistán, y que no pueden ser vistos como algo menos que la mayor muestra de cobardía de un grupo de seres humanos, en este caso los talibanes.
La última de estas noticias que se conoció fue la prohibición a las universidades de entregar los títulos universitarios a las estudiantes que habían culminado sus estudios. Un día antes el régimen Talibán había anunciado que las mujeres no podrían cursar estudios a nivel universitario.
Esta acción, una más del régimen afgano, no sólo echa por tierra años de dedicación y estudio de miles de mujeres, que además hacen vida en una nación sumida en la miseria y donde la mitad de la población sufre de hambruna aguda (de acuerdo con la Agencia de la Organización de las Nacional Unidas para Refugiados- ACNUR), sino que además busca dejar sin herramientas, sin alas a las mujeres de ese país.
¿Y por qué? Todas las restricciones que los talibanes arrojan sobre las mujeres parecen tener una sola razón: reducirlas a la mínima o nula expresión. Al quitarles el derecho a la educación, al trabajo, a dejarse ver en público y hasta a transitar, las mujeres quieren ser tratadas como un objeto a disposición total de los hombres.
Hombres cobardes, que escudados en “tradiciones”, y peor aún, en la religión (el islam) buscan mantener un status quo anacrónico, porque temen enfrentar la libertad de la mujer.
Muchas afganas, especialmente aquellas nacidas en los últimos 20 años y vivieron fuera de la influencia del régimen Talibán, han visto en la emigración su mejor opción. En los últimos dos años más de 2.2 millones de afganos han dejado su país, la mayoría de ellos mujeres, hacia naciones como Pakistán e Irán.
Desafortunadamente muchos otros millones de mujeres siguen prisioneras en su país, ante un régimen que no sólo atenta contra ellas, sino también contra su figura. En un paso más por deshumanizar a las mujeres en territorio afgano, el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio decretó que los maniquís femeninos en las tiendas de ropa en Kabul deben tener cubiertos el rostro.
En este caso se basan en una ley “islámica” que prohíbe la exhibición de estatuas o figuras humanas para evitar que haya adoración sobre las mismas. Sin embargo, resulta curioso que sólo aplique para las figuras femeninas, no?