Internacional.- La crisis en el Deutsche Bank sigue un proceso que parece ir, casi inevitablemente, al abismo. Luego de un lunes negro, el martes cerró sin cambios, en mínimos históricos y con rumores de rescate oficial.
El banco más importante de Alemania (una de las cinco primeras potencias mundiales), sigue en la cuerda floja y no son pocos los que temen que explote en las manos de Angela Merkel un “Lehman Brothers” europeo.
El problema es que los valores en la bolsa del gigante alemán siguen en el piso y ya se ha convertido en uno de los 10 bancos europeos que más han caído desde sus máximos de la última década. En ese desgraciado top 10 de mayores bajas están algunos tristemente célebres como Bankia y el Banco de Irlanda.
Entre mayo de 2007 y septiembre de 2016, las acciones del Deutsche Bank cayeron de 102 a 10,5 euros.
Las complicaciones del Deutsche Bank ya eran importantes, pero se agravaron con las versiones de un posible rescate del Gobierno alemán (algo que Merkel negó) y con los rumores de una fusión con Commerzbank, otro banco en problemas. Para sumar similitudes (y dramas financieros) con la explosión de la burbuja la década pasada, el Departamento de Justicia de Estados Unidos quiere que pague unos 14 mil millones de dólares por el papel que el banco alemán desempeñó en el negocio de las hipotecas basura en 2008.
Si el Deutsche Bank cae, sólo Dios sabe qué podría pasar
Los expertos consideran que sería muy grave que quiebre. Basta decir que tiene más de 100 mil empleados en todo el mundo y 600 mil inversores y accionistas. Además, no es sólo un banco, varias de las mayores compañías financieras forma parte de su estructura. Como BlackRock, la mayor empresa de gestión de activos de Estados Unidos, es el inversionista principal de Deutsche Bank.
En diversos lugares de mundo ya se comenzó a achicar. Por ejemplo, a fines de 2015 anunció que se iba de México, Argentina, Chile, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda, Malta, Perú y Uruguay.
De acuerdo con Statista, Deutsche Bank es el quinto banco más grande de Europa, sólo por debajo de HSBC, BNP Paribas, Credit Agricole y Barclays.
Un dato que debería preocupar: apenas producido el Brexit, el inversor estadounidense –de origen húngaro– George Soros apostó en julio pasado por la caída del Deutsche Bank. Y preocupa porque Soros tiene un verdadero prontuario en materia de colapsos financieros. Sus especulaciones en las bolsas mundiales fueron claves en la fuerte caída de la libra en 1992, cuando apostó contra el Banco de Inglaterra.