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Manuel Alonso

Desinformación e información errónea, campo minado para las relaciones públicas

Crear intervenciones innovadoras que utilicen el humor, storytelling y la gamificación, para involucrar a las personas y desafiar la información errónea.

La llamada infodemia ha despertado la atención de propios y extraños. Y no solo porque se refiera a una saturación de información sobre un tema específico, sino porque también arrastra malas prácticas como las fake news y la llamada infoxicación. Esto desde luego tiene también un impacto en las marcas, que se ven envueltas en este océano de información errónea (misinformation) y desinformación.
El gobierno australiano se ha tomado en serio el combatir la creciente tendencia de información errónea y desinformación en las plataformas digitales, incluidos los canales de redes sociales, con la publicación del proyecto de ley de enmienda de la legislación de comunicaciones. Si se implementa como se propone, la Autoridad Australiana de Comunicaciones y Medios (ACMA) recibiría poderes nuevos y mejorados para combatir la información dañina, y para imponer sanciones financieras significativas por el incumplimiento de las nuevas restricciones. Aunque podemos usar información errónea y desinformación indistintamente, el Proyecto de Ley aclara que la intención es clave: información errónea; es contenido falso y engañoso, que se comparte o crea sin la intención de engañar, pero que puede causar o contribuir a ocasionar daños graves.
`desinformación´ es un subconjunto de información errónea que se difunde deliberadamente o con la intención de engañar o causar daños graves. Se ha desatado un gran debate al respecto, que pone en la mesa de discusión temas tan delicados como la libertad de expresión o la injerencia del gobierno en entidades privadas. Parece que la iniciativa australiana ha despertado la inquietud en otros países que han estado buscando regulaciones similares, pero que igual, desatan una gran polémica.
Mientras ello sucede, las marcas tienen dos opciones cuando se trata de enfrentar a la información errónea o desinformación: responder o no. La desinformación es equivocarse accidentalmente en los hechos, mientras que la desinformación es la difusión intencional de mentiras. El auge de la IA también se ha sumado a la confusión y el ruido con las falsificaciones profundas, lo que ha dejado a las marcas preocupadas por sus estrategias de respuesta.
Existen diferentes formas de combatir una campaña de desinformación, según la fuente, el contenido y el propósito de la información. Algunos pasos generales son: Evaluar y anticipar los riesgos de ser objeto de desinformación.
Identificar y diferenciar a los creadores de contenido de desinformación de fuentes legítimas Abordar a la fuente y el contenido de la desinformación con evidencia fáctica y contranarrativas
Forjar relaciones con fuentes de información creíbles, como periodistas, expertos, personas influyentes, líderes de opinión, etc.
Coordinar con aliados para compartir información y estrategias.

Desarrollar planes para comunicar proactivamente su mensaje y responder a los ataques.

Algunas formas de combatir la desinformación son:

Desacreditar la información incorrecta con pruebas fácticas y precisiones Prevenir o inocular al personal contra las noticias falsas antes de que sean expuestas proporcionando advertencias y contraargumentos. Instar al personal para que evalúen la precisión de la información que encuentran en línea con indicaciones y comentarios Mejorar la vigilancia de las plataformas que alojan y amplifican la información errónea y
responsabilizarlas.
Crear intervenciones innovadoras que utilicen el humor, storytelling y la gamificación, para involucrar a las personas y desafiar la información errónea.
Promover la alfabetización informativa y un periodismo profesional sólido en la sociedad.
Gestionar su propio consumo de información y verificar fuentes, fechas y evidencias antes de compartir.
Pero en realidad, es la responsabilidad de todos combatir el flagelo de las noticias falsas y la desinformación: periodistas, gobierno, reguladores, medios, academia, empresas y profesionales de la comunicación. Esto va desde la promoción de normas estrictas sobre el periodismo profesional, el apoyo al periodismo de investigación, la reducción de los incentivos financieros para las noticias falsas y la mejora de la alfabetización digital entre el público en general. En conjunto, estos pasos mejorarían el discurso de calidad y debilitarían el entorno que ha impulsado la desinformación en todo el mundo.

 

 

 

 

 

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