Está comprobado que es imposible lograr resultados diferentes, haciendo exactamente lo mismo, así que para lograr algo nuevo, debemos explorar otros caminos, otras técnicas e incluso otras formas de pensar para crear algo realmente innovador.
Mucha gente dice y motiva a otros a “Pensar fuera de la caja”, lo cual en la teoría suena muy fácil, pero en la realidad, a quien le piden eso por lo general no sabe siquiera que está dentro de una caja, así que no puede imaginarse fuera de ella.
Aunque el término Design Thinking parece nuevo, en realidad viene desde la década de los 80’s y desde ese entonces se ha venido perfeccionado como lo que yo llamaría: “Una metodología para generar ideas sorprendentes”.
Originalmente esta metodología era utilizada en arquitectura, pero con el tiempo sus usos y aplicaciones han sido aplicadas a muchas industrias, desde la automotriz y aeronáutica, de alimentos, e incluso en marketing y publicidad.
Toda industria que requiera generar ideas nuevas, frescas e innovadoras, requiere Design thinking.
Cómo funciona el Design Thinking
Sin recurrir a acciones complicadas o rebuscadas, el DT busca poner en orden en los procesos hasta terminar con una solución concreta y tangible al problema planteado. Siguiendo cuidadosamente cada paso, al final de estos debemos encontrar una solución.
El DT comienza con el entendimiento y la empatía hacía quienes estamos buscando una solución, o sea para quienes se van a beneficiar de la solución que propongamos. Entender cómo son, qué hacen, qué buscan, qué quieren, etc. Este paso es muy importante, ya que si fallamos aquí, la solución que propongamos pudiera no ser la adecuada o incluso estar fuera de lugar.
Ya que entendemos al usuario (beneficiario), es importante fijar una ruta junto con un punto final para determinar a donde queremos llegar o cuales serán los alcances.
A partir de aquí es donde comienza la parte divertida (al menos para mí) que es donde empiezan a fluir las ideas sobre como resolver la problemática inicial. Aquí es donde mediante varias técnicas se van generando propuestas de solución, buscando explorar desde los caminos obvios, hasta algunos que puedan resultar atrevidos o disruptivos.
El Design Thinking no se queda sólo con las ideas, va más allá mediante la generación de prototipos funcionales que permitan probar la efectividad de la solución. Aquí el reto es crear algo que pueda ser probado y evaluado, de tal forma que podemos determinar si va a funcionar o no.
En marketing, por lo general en esta etapa se generan copys, dibujos, gráficas o story boards que permitan evaluar la idea sin necesidad de imaginarla; es importante en este punto que haya algo tangible que pueda ser evaluado. Aquí es donde vamos a llevar la idea a la práctica, así que es muy importante cuidar lo que vamos a ofrecer a quienes vayan a probarlo.
El trabajo de marketing requiere de ideas frescas e innovadoras de manera constante, de ahí que metodologías como esta se están convirtiendo en las favoritas en agencias y marcas que buscan dejar de hacer lo mismo, para realmente salirse de la caja.
El conocimiento que no se comparte, pierde por completo su valor