México, D.F.- A manera de homenaje póstumo, retomamos las palabras que Enrique Gibert compartió, en julio de 2009, con todos nuestros suscriptores a manera de agradecimiento durante el reconocimiento que la AMAP y el Círculo Creativo realizaron en su honor.
“Gracias a todos los presentes y también a todos los ausentes que hoy llenaron mi casa con flores, mi correo con afectuosos emails y mi celular con muchas llamadas, para avisarme que, por una razón u otra, esta noche no podían venir aunque estarían aquí de corazón. Nada valoro más en esta etapa de mi vida que poder dar amor y recibirlo.
Por un lado me entristece hacer fade out en un momento en el que vislumbro que estamos en la antesala de una nueva época en la que se verá renacer, con más vitalidad que nunca, las artes de nuestro oficio.
La publicidad no se muere ni la matan. El mundo se encamina hacia una tercera gran ruptura en la historia de la humanidad, en lo político, en lo económico, en lo social y en lo cultural.
En los escasos nueve años que llevamos desde el comienzo de este nuevo siglo, de este nuevo milenio, hemos recibido señales precisas para confiar en que así será.
El cambio se va a dar dentro de nosotros mismos al abandonar viejos miedos para asumir con valentía actitudes nuevas. Habremos de repensar las cosas desde una nueva perspectiva, para impulsar un nuevo orden de valores. Nuestra capacidad de amar alimentará nuestra capacidad de creer y nuestra capacidad de creer alimentará nuestra capacidad de crear.
Como bien dice mi amigo Santiago Pando, Creer es Crear. Serán las ideas de los creativos y no las de los economistas las que rescatarán de la crisis a la gente. Aunque los puritanos de siempre nos atribuyan parte de la responsabilidad en los excesos de consumo que desencadenaron la crisis económica, nosotros sabemos que no es así. Por el contrario, en países como el nuestro lo preocupante sigue siendo la falta de consumo, no los excesos.
De todas maneras, si hubiésemos hecho algún daño, tenemos la gran oportunidad de repararlo, haciendo que en nuestros anuncios la ética y la estética prevalezcan sobre el cinismo y la ramplonería y la inteligencia sobre la estupidez. Por otro lado, me alegra haber descubierto a esta altura de mi vida que para aprender a vivir hay que aprender a morir.
Hoy puedo disfrutar de momentos como éste con una paz interior que no conocía. Siempre creí que quienes me iban a terminar retirando de la vida publicitaria iban a ser Keith Reinhardt o Ken Kaess, q.e.p.d.
Quien me terminó retirando fue Lou Gehrig (con los gringos nunca se sabe).Lo paradójico es que me haya retirado un gringo que no es publicista sino beisbolista y, que además, murió hace 68 años –a la edad de 38- de la misma enfermedad que yo tengo. Lou Gehrig y yo, en lo único que nos parecemos, es en la originalidad para escoger una enfermedad poco común, aunque él fue lo suficientemente importante como para que la bautizaran con su nombre.
Lou la hizo en el béisbol mejor que yo en la publicidad. Es la figura del deporte más importante del siglo XX y la más admirada por el ingeniero Carlos Slim. Alineó en 2130 juegos consecutivos para los Yankees de Nueva York, llevándolos a la gloria en la década de los 30´s.
En el homenaje que le hicieron antes de morir en el Yankee Stadium, sólo alcanzó a decir “Hoy me considero el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra”.
Quisiera terminar expresando una felicidad semejante a la de Lou Gehrig, con otras palabras.
Alguna vez le escuché decir a mi querido amigo Germán Le Batard que la publicidad es una marca haciendo amigos. Hoy, al ver lleno este salón, me doy cuenta de que, construyendo marcas, he hecho muchos amigos. A los que están aquí, a los que no pudieron venir, a los que ya no están entre nosotros, les agradezco todo el cariño que me dieron y que me siguen dando. No podría quererlos más de lo que los quiero”.