El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció que los inspectores de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), entre otras dependencias, ya no existirán.
El objetivo, dice, es evitar actos de corrupción y las llamadas “mordidas”, que son cobros irregulares que los inspectores suelen realizar a cambio de pasar por alto algunas irregularidades que establecimientos comerciales y marcas pudieran tener.
El próximo mandatario externó que, si bien no habrá inspectores de manera permanente, sí habrá sorteos para realizar inspecciones de manera periódica.
La medida puede sonar novedosa cuando de corrupción se trata, toda vez que los actos de corrupción y abuso de autoridad se han hecho presentes en diferentes ocasiones.
En 2013, por ejemplo, fue muy sonado el caso de la llamada Lady Profeco, cuando Andrea Benítez, hija del entonces titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, ordenó el cierre de un restaurante de la colonia Roma, en la Ciudad de México, sólo porque no se le asignó la mesa que elle deseaba.
Este caso es sólo un ejemplo de las situaciones irregulares que se pueden presentar con estas inspecciones.
“No va a haber mordidas arriba ni va a haber mordidas abajo. Ya no va a haber inspectores de calle. Esos inspectores de vía pública, porque todas las secretarías tienen inspectores: Economía, la Procuraduría del Consumidor, Salud… todo el que tiene una tienda, una pequeña empresa, le dicen ‘a ver tus papeles’. Nada. Va a recoger el moche, declaró el político tabasqueño.
La Procuraduría Federal del Consumidor es un órgano del gobierno mexicano que tiene como principal objetivo cuidar los intereses de los consumidores mexicanos, surgió en el año 1976 y se encarga de realizar sanciones a aquellas marcas, empresas, establecimientos y prestadores de servicios que cometen irregularidades en perjuicio de la gente.