La pandemia COVID-19 se ha identificado como un desencadenante del aumento del sentimiento de soledad y el aislamiento social entre las personas, debido a la limitación de movilidad, como la limitación del contacto con sus seres queridos, amigos y actividades de ocio y tiempo libre.
El aislamiento al que obligó la pandemia por COVID-19 ha tenido efectos psicológicos negativos que incluyen síntomas de estrés postraumático, confusión e ira. Es evidente que la soledad se asocia fuertemente con un empeoramiento simultáneo de la depresión, la ansiedad, las preocupaciones sobre el coronavirus y la salud.
El escritor Jorge Carrión dice que “en la pandemia de la Covid-19 nos hemos hecho muy conscientes de que sufríamos una enfermedad epidémica porque nos afectaba biológicamente y nos daba fiebre, tos, problemas respiratorios; pero hay otra pandemia que ya dura más tiempo, que la Organización Mundial de la Salud ha reconocido como tal, que es la soledad. Nos afecta de un modo más invisible en términos psiquiátricos, y lo que ha ocurrido con la pandemia biológica de la Covid-19 es que ha acelerado la pandemia psicológica de la soledad”.
Un estudio realizado por los investigadores Arantxa Suárez Medrano Colinas y Roberto Niño de Rivera, del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana para observar las implicaciones de la soledad en ansiedad y depresión de jóvenes mexicanos en el contexto de la pandemia, con la participación de 172 usuarios de telefonía celular, cuyas edades oscilaban entre los 18 y 31 años, residentes en México, reveló que las herramientas digitales podría ser un factor protector para la ansiedad y depresión. En la ampliación del estudio se encontró que percepción de soledad incrementa los indicadores relacionados con la depresión y la ansiedad, sobre todo durante un periodo de confinamiento.
En Psicología, se denomina como soledad un sentimiento que nace de la percepción subjetiva de una persona sobre el hecho que las relaciones que establece en su entorno no son tan satisfactorias e íntimas (cercanas) como desearía y está vinculada a los sentimientos de incomprensión, tristeza e inseguridad.
Los factores emocionales que se relacionan con el aislamiento social y con la prohibición de actividades sociales en adolescentes son: la imposibilidad de asistir a eventos sociales, el distanciamiento de familiares cercanos y la pérdida de estructura en la rutina son factores causales de depresión, entendiendo ésta como un trastorno mental que se caracteriza por la
presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
El estrés provocado por la pandemia interfiere con la capacidad de análisis del individuo, afectando su funcionalidad. Existen estudios en torno al fenómeno de soledad y sus implicaciones en los adolescentes. Sin embargo, aún no hay suficiente información en relación con el fenómeno del distanciamiento social específicamente.
Datos publicados por la revista Coyuntura Demográfica revelan que la crisis sanitaria por Covid-19 ha impactado en la salud mental de la población. Se muestra un aumento en la prevalencia de depresión entre 2018 y 2020, y un descenso desde mediados de ese último año. Quienes son mayormente afectadas por la depresión son las mujeres y personas con niveles socioeconómicos menores. Los resultados del estudio en que se basan evidencia las afectaciones emocionales de la pandemia como una vía adicional de profundización de las inequidades sociales.