Su nombre es Brittany Dawn Davis, una especie de Bárbara de Regil gringa, y ha sido demandada por comercializar programas nutricionales “engañosos”.
Llevamos varios años conviviendo con el término “influencer” o “influencers”, ese grupo de usuarios de las redes sociales que aprovechan su popularidad para hacer que una marca, un producto, o un establecimiento, incremente su presencia entre los consumidores.
Es bien sabido que, tras la llegada de la pandemia, la vida digital cobró una relevancia mucho mayor, sobre todo porque dichas plataformas, en medio de una crisis sanitaria mundial, sirvieron como un escape de la tortuosa realidad que nos planteó el 2020 y su inevitable confinamiento.
En la actualidad, de acuerdo con el estudio Digital 2021 citado por Statista, los usuarios de internet pasamos alrededor de seis horas y 54 minutos conectados a nuestras redes sociales. Ya sea a través de una computadora, un smartphone o cualquier otro dispositivo, la realidad es que, según lo informado por dicho estudio, pasamos más tiempo online.
Ante la necesidad de las marcas de encontrar una manera de sobrevivir en medio de una crisis sanitaria mundial, las redes sociales, las plataformas digitales y, por supuesto, los influencers, se convirtieron en la herramienta ideal para conquistar a un nuevo nicho de consumidores que, inevitablemente, se vieron influenciados, para bien y para mal, por la pandemia.
A partir de ese momento, el boom del marketing de influencers comenzó a crecer y a reportar grandes beneficios para las marcas y/o empresas. Tanto ha sido que, de acuerdo con datos de Bloomberg, las marcas han gastado más de 202 millones de euros en marketing de influencers, siendo esta modalidad del marketing el canal online de adquisición de clientes que ha presentado un mayor crecimiento y a más velocidad durante los últimos años.
Sin embargo, así como el marketing de influencers puede ser de gran beneficio para las marcas, ocurre que, a veces, esta estrategia también podría ser perjudicial.
Un ejemplo de esto lo podemos ver con el caso de Brittany Dawn Davis, una influencer fitness estadounidense que, recientemente, fue demandada por el estado de Texas. ¿La razón? De acuerdo con lo que se ha publicado en algunos medios, la influencer vendió programas nutricionales “engañosos”, violando, con ello, las leyes de protección al consumidor.
Según lo que han relatado algunos usuarios, el modus operandi de Brittany Dawn Davis consistía en que ella les proporcionaba un plan personalizado y los acompañaba durante todo el proceso; sin embargo, más de uno se dio cuenta de que, en realidad, su programa nutricional se los entregaba a todos.
Por tal motivo, el estado de Texas consideró que se trataba de una práctica engañosa y ofrecer malos consejos de salud. Ahora, lo que se le pide a la influencer es una indemnización por daños que va de los 250 mil hasta el millón de dólares.
El asunto no se detuvo ahí, pues en internet se ha llevado a cabo la petición “Frenar los fraudes de Brittany Dawn”, la cual, de acuerdo con lo publicado en Dallas News, ha recolectado más de 15 mil firmas, y ahora, como parte del castigo que ha recibido, ya no se pueden. hacer compras desde su página web, pese a que esta permanece activa.
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