Mientras la población mundial se resguarda en sus casas, se libran tres batallas fundamentales para el futuro de la economía de América Latina. Es el gobierno de Andrés Manuel López Obrador el promotor o por lo menos el actor principal de las tres guerras. Debemos reconocer que una de las propuestas del gobierno Mexicano es atacar al coronavirus económico con una visión prestada del New Deal de la Gran Depresión. El programa económico fue una serie de programas, proyectos de obras públicas, reformas financieras y regulaciones promulgadas por el presidente Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos entre 1933 y 1939. Respondió a las necesidades de ayuda, reforma y recuperación de la Gran Depresión. La idea del AMLO es curiosamente similar, utilizar al gobierno y al gasto público como detonador de empleo y actividad económica. El plan de Roosevelt brindó apoyo a agricultores, desempleados, jóvenes y ancianos. Si se revisa la propuesta de AMLO es muy similar. El proyecto de Dos Bocas, Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía son el mejor ejemplo de una presidente que desea a través de palanca de gasto público sacar adelante la hecatombe financiera.
Mientras Roosevelt buscaba la unidad nacional, AMLO ha tomado una ruta distinta. El presidente ha promovido la separación de sectores sociales a través de un discurso que promueve la división. La estrategia podría parecer similar en papel pero a nivel operación del plan las cosas son muy distintas y parece difícil comparar México con la Unión Americana de 1930.
Del new deal en EUUU al nuevo trato en México
El primer problema del discurso de AMLO es la división que persigue a nivel generaciones, al igual que Roosevelt, AMLO busca proteger a los más jóvenes y adultos mayores con estímulos directos. La política es interesante si observamos la pirámide poblacional de los dos países uno en 1930 y otro en 2020. Es increíble la similitud hasta en el número de habitantes y eso podría ser uno de los factores que sustenta que la estrategia del presidente de México sería la correcta. En México hoy sumamos poco más de 128,932,753 según el último censo disponible, EEUU en cambio en 1930 llegaba a 122,775,046. Las cosas se ponen interesantes al analizar el porcentaje de jóvenes menores a 18 años, en México son 34.5%, en EEUU eran 39% antes del New Deal. En cambio los mayores a 60 años son en México 11.2% de la población comparado con el 8.54% que representaban en 1930. En resumen, la gran diferencia es que hay menos jóvenes y más adultos mayores en México ante la crisis del COVID-19 comparados con la Unión Americana que tenía más jóvenes y menos adultos mayores. Todavía más interesante es que al fundarse el sistema de seguridad social de Norteamérica en 1935 la esperanza de vida era de 65 años (https://web.stanford.edu/class/e297c/poverty_prejudice/soc_sec/hsocialsec.htm). En ese momento había 37 trabajadores por cada persona retirada. En México según cifras del IMSS hay 17 personas derechohabientes por cada pensionado (http://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/201807/191) La diferencia no podría ser mayor, esto se agrava significativamente por el enorme tamaño de la economía informal en México.
Esto implica que el sector de 19 a 59 años (la población económicamente activa tienen que soportar al 45.7% de la población con su trabajo, impuestos y aportaciones. Claramente ha creado una tensión social importante que no se salvará fácilmente en el discurso del gobierno. La carga social para la generación X es brutal y seguramente traerá consecuencia a los Millennials que ya han demostrado problemas en la construcción de patrimonio
Configuración etaria
La gran diferencia con Roosevelt en 1933 es la configuración de la sociedad, ciertamente hay cambios importantes. El plan de AMLO difiere de manera importante con las estrategias de la mayoría de los países desarrollados que han buscado inyectar dinero a la economía y han considerado el rescate de componentes estratégicos como la aviación o la industria del petróleo. El problema principal al que se enfrente AMLO es un plan económico que busca generación de empleo en un entorno tecnológico que busca la destrucción del empleo a través de la eficiencia. Parecería que el gobierno tienen datos que los demás desconocen. La empresas líderes del mercado no son necesariamente intensivas en mano de obra. Facebook y Netflix son buenos ejemplos, pero las que generan empleo normalmente lo hacen a través de profesionistas independientes como Uber.
La complejidad de una estrategia para enfrentar las consecuencias económicas del coronavirus se pueden sentir en la definición de personal e industria indispensables. Por ejemplo en la Unión Americana tiendas como Hobby Lobby o Jo-Ann han logrado mantener sus puertas abiertas ya que argumentan venden material esencial para la producción de máscaras para proteger a los consumidores del virus. Estas dos tiendas venden material para manualidades y hobbies, en otro extremo GameStop la cadena de venta de video juegos se resistió a cerrar sus puertas bajo el argumento de que la venta de teclados para computadora es clave para el trabajo desde casa. El entorno económico y la complejidad de las empresas ciertamente es mucho mayor que cuando Roosevelt lanzó el New Deal.
Las tácticas de presión social a las empresas seguramente tampoco traerá resultados, pedir a la Secretaria de Trabajo que liste empresas que han despedido personas servirá sólo en un grupo menor de personas. Las empresas no despiden personal por gusto, una empresa gasta mucho dinero en emplear y seleccionar personal. Me parece que despedir personal es una última instancia frente a un problema que consideran insalvable. Tal vez valdría la pena entender que en México rara vez se ven despidos masivos, la razón es simple, el costo de indemnización y contratación es tan caro que en ocasiones es mejor esperar a que pase la tormenta. Es decir, si las empresas en México (de cualquier tamaño) están despidiendo personal es por que no ven alternativa. Tal vez la mejor salida es comprender que está detonando este fenómeno y son dos razones: miedo e incertidumbre. Este es la principal diferencia con el New Deal. El presidente Roosevelt tuvo una aprobación promedio del 63 por ciento durante su mandato y tuvo que lidiar con las consecuencias de la Gran Depresión y la segunda Guerra Mundial. Según el historiador James MacGregor Burns, el presidente Roosevelt “aprovechó plenamente sus poderes formales e informales, elevando metas, creando impulso, inspirando una lealtad personal, sacando lo mejor de las personas y fomentando deliberadamente entre miembros de su gobierno un sentido de competencia”. La pregunta es si AMLO sacará lo mejor o peor de la personas durante esta crisis, después de un año y medio de mañaneras me temo que será lo peor.