Actualmente el mundo de la cultura y literatura tiene un ojo en la salud del maestro Mario Vargas Llosa, quien se encuentra hospitalizado desde el pasado sábado tras haber sido diagnosticado por segunda vez de Covid-19. Quienes admiramos su pluma, intelecto y calidad personal no deseamos más que su pronta recuperación.

Pero las inquietudes de la mente no pudieron pasar por alto que mientras el maestro Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura (entre muchos otros reconocimientos), ingresaba a un centro médico, en el Zócalo de la Ciudad de México se celebraba el quinto aniversario de la victoria electoral del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por supuesto que cuando se junta el nombre de Mario Vargas Llosa con el de México ineludiblemente surge la frase “la dictadura perfecta”. De hecho, en el 2019 durante una conferencia de prensa celebrada en el Museo de Memoria y Tolerancia, el escritor la mencionó nuevamente para referirse al naciente gobierno de López Obrador. 

“México comenzaba a salir de esa ‘dictadura perfecta’, que al final no era tan perfecta, era bastante imperfecta para las mexicanas y mexicanos, y me temo muchísimo que el populismo, que parece realmente la ideología del actual presidente de México, nos conduzca otra vez a la ‘dictadura perfecta'”, declaró en ese momento.

Por muchos críticos y analistas la administración de López Obrador ha sido considerada como populista, y el sábado varios temas tocados durante su alocución dan muestra de ello. Por ejemplo, recordó que durante su gobierno no se han otorgado beneficios fiscales a las grandes empresas (tampoco a las pequeñas), aunque esto haya significado la pérdida de miles de empleos durante la pandemia; asimismo, dijo que no se entrega dinero a líderes de organizaciones sociales, aunque haya miles de millones que se han recortado en programas productivos.

En contraposición, hay programas sociales que entregan recursos de manera directa a los beneficiarios, una de las formas más conocidas de populismo y clientelismo político.

A cuatro años y medio de gobierno, parece que el maestro Vargas Llosa acierta con su visión de la ideología del actual primer mandatario. Pero difícilmente el populismo nos conduzca a una nueva “dictadura perfecta”, como a la que se refirió el escritor peruano para describir al sistema político dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) al inicio de la década de los 90.

Quizás el mayor riesgo esté en el manejo comunicacional que se hace al momento de analizar la gestión oficial. En la misma alocución sabatina, el Presidente dijo que ya se han comenzado a ver resultados en materia de seguridad, con reducción en seis tipologías de delitos; no obstante, sus palabras no concuerdan con que junio fue el mes más violento en la historia del país en lo que respecta a asesinatos, superando a mayo de este mismo año y que el sexenio se encamina a ser el más violento de la historia.

También se habla de que no ha habido aumentos en las tarifas de combustibles, gas doméstico, así como nuevos impuestos. No obstante, en el caso de los dos primeros sus precios están determinados en gran parte por el mercado internacional (especialmente por la dependencia de ellos), es decir, no tiene mucho peso la administración actual.

Hay un proceso creciente de demagogia en el país que puede convertirse en ese caldo de cultivo para dar pie a una nueva “dictadura perfecta”, en este caso sin el papel preponderante de los intelectuales y la crítica, sino a través del control del pueblo a través de la demagogia que nace en las mañaneras.

Esperemos que la salud del maestro Mario Vargas Llosa sea fuerte y perdure como sus palabras, para que podamos seguir contando con esa visión tan acertada del devenir de las sociedades latinoamericanas.