En los últimos años muchos estudios se han hecho para tratar de determinar las consecuencias que Facebook, Twitter, Instagram, Tik Tok, Redit, Tumblr, por mencionar sólo algunas plataformas, tienen sobre las personas, especialmente en los más jóvenes. Está claro que durante la última década es cuando mayor auge han tenido las redes sociales, y es cuando mayor acceso han tenido los adolescentes a ellas.

Precisamente es en este lapso cuando se han multiplicado los suicidios entre adolescentes en Estados Unidos, nación que puede ser referencia entre los países desarrollados por su nivel económico y acceso a este tipo de plataformas por parte de su población. Un estudio elaborado por la Florida Atlantic University arroja que entre el 2008 y 2018 se duplicaron los homicidios entre jóvenes con edades comprendidas entre los 13 y 14 años.

Si bien no se puede establecer una relación directa entre un mayor uso de redes sociales y los suicidios, Sarah K. Wood, una de las autoras del estudio y presidenta del Departamento de Salud de la Mujer y el Niño de la Facultad de Medicina Schmidt de la misma universidad sostuvo que existe una “correlación temporal” entre la aparición de las redes sociales más usadas por los adolescentes y el alza en las tasas de suicidios.

Entre las razones que alimentan esta correlación está la comparación que los usuarios de las redes pueden hacer con la imagen que amigos o figuras públicas transmiten a través de las redes sociales. Es decir, al ver el estilo de vida de otras personas, su aspecto, etc. puede llevar a pensar a los jóvenes que no están disfrutando su vida, desarrollar una baja autoestima, depresión y en casos extremos, pensamientos suicidas.

El ciberacoso es otro de los aspectos al que se exponen los usuarios en las redes, y las consecuencias son más profundas entre los más pequeños.

Es más que conocido que las redes sociales han sido diseñadas para mantenernos atados a sus pantallas para monetizar dichos espacios. Sobre todos nosotros tienen consecuencias, pero sobre los adolescentes es peor.

En Estados Unidos ya han demandado a Meta (Facebook), Snapchat, YouTube y Tik Tok por causar “daños” a la salud mental de los adolescentes. Pero, ¿cuál es el papel de los padres y representantes ante esta situación?

Creo que el primer gran paso es informarnos y documentarnos sobre qué tipo de contenido consumen nuestros jóvenes, no sólo en redes sociales sino en general ante cualquier pantalla.

En segundo lugar hay que preguntarse, ¿cuál es la pertinencia, o necesidad, de que un joven de 13 años tenga una cuenta de Facebook, Instagram o Tik Tok? Se trata de personas en plena formación de su personalidad, ¿por qué exponerlos a un universo que desconocemos, y peor aún, del que no sabemos qué consecuencias puede generar sobre ellos?

Quizás muchos hablen de que se debe cultivar la libertad y responsabilidad entre los adolescentes, pero ya hay estudios que apuntan a que ese “tubo de ensayo” puede terminar en la muerte; o generando adicciones al consumo de este tipo de plataformas.

El documental “Pantallas adictivas” producido por National Geographic aborda este tema desde el lado del comportamiento adictivo que pueden generar las pantallas en personas de todas las edades. En los jóvenes la liberación de dopamina que se genera en el cerebro con un juego de consola o al recibir un like en una foto va condicionando al usuario para obtener una y otra vez dicho estímulo. Cuando no lo recibe las consecuencias pueden llegar a ser fatales.

Un dato curioso a considerar que se expone en el citado documental. Hay escuelas privadas en el área de San Francisco (Estados Unidos) donde la mayoría de los estudiantes son hijos de directivos de Silicon Valley, y el uso de pantallas está restringido para los mayores de 14 años; si los creadores de la tecnología no experimentan con sus pequeños, ¿por qué habrían de hacerlo los demás?