La política arancelaria ha sido, por décadas, uno de los temas más candentes en la economía global, especialmente en los Estados Unidos. Desde los años ochenta, se construyó la percepción de que el libre comercio era un motor clave para el crecimiento y el desarrollo de las naciones. Esa tesis se sostuvo por casi cuatro décadas… hasta ahora.
Con el regreso de Donald Trump a la presidencia, el mundo ha recibido un verdadero puñal al corazón de la globalización. Su agresiva política de aranceles recíprocos globales representa, para muchos, el fin de una era.
¿Qué llevó a este punto? Para entenderlo, conviene revisar y comparar las visiones de dos presidentes republicanos: Ronald Reagan y Donald Trump, con enfoques diametralmente opuestos sobre los aranceles y el comercio internacional.
Ronald Reagan: Arquitecto del Libre Comercio.
Ronald Wilson Reagan (1911–2004), 40.º presidente de los Estados Unidos de 1981 a 1989, fue un férreo promotor del libre comercio y de la apertura económica. Durante su administración:
- Impulsó la reducción de barreras comerciales.
- Defendió activamente la competencia leal en los mercados internacionales.
- Aunque no se oponía completamente a los aranceles, su política se basó en negociar acuerdos para reducirlos o eliminarlos.
“Debemos tener cuidado con los demagogos que están dispuestos a declarar una guerra comercial contra nuestros amigos, debilitando nuestra economía, nuestra seguridad nacional y a todo el mundo libre”. Ronald Reagan.
Una de sus alocuciones más representativas fue en un discurso radiofónico de Reagan en 1988 contra el proteccionismo, donde defendió el comercio libre y justo, y criticó abiertamente el proteccionismo. Reagan creía firmemente que la prosperidad estadounidense dependía de un mundo económicamente interconectado.
Donald Trump: El Nuevo Muro del Comercio.
Donald John Trump (1946), 47.º presidente de Estados Unidos, en los periodos 2017 a 2021 y ahora de 2025–2029, representa una visión radicalmente distinta: el proteccionismo económico como eje central de su política comercial.
Desde los años ochenta, Trump mostró preocupación por la falta de reciprocidad en el comercio con Japón, una percepción que marcó profundamente su pensamiento económico. Para él:
- Los aranceles son herramientas de presión comercial.
- Sirven para abrir mercados, reducir déficits comerciales y proteger la industria nacional.
Durante su primer mandato, impuso aranceles a productos de países como China y Japón, lo que derivó en una escalada de tensiones globales. Bajo su liderazgo, hoy día, Estados Unidos ha iniciado lo que llama un “Día de la Liberación”, rompiendo con las reglas del comercio internacional.
“Se acabó la era de la globalización, como la conocíamos.” Donald Trump. Una frase que marca un retroceso histórico en el modelo económico dominante de las últimas cuatro décadas.
Un Liderazgo Divisivo y Narcisista.
La figura de Trump ha estado envuelta en múltiples controversias. Diversos profesionales de la salud mental han señalado públicamente que muestra rasgos de Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP), tanto en revistas especializadas como en medios masivos.
Incluso desde su propio partido ha recibido críticas. El ex secretario de Estado Colin Powell advirtió:
“Evita que tu ego esté muy cerca de la posición que defiendes, pues si cae tu posición puede arrastrar a tu ego.”
La popularidad de Trump ha disminuido. Según una encuesta de Reuters/Ipsos, publicada antes del anuncio del “Día de la Liberación”, la aprobación de Trump era del 43%, su nivel más bajo desde su investidura. En comparación, Joseph Robinette Biden Jr., 46.º presidente de los Estados Unidos entre 2021 y 2025, en abril de 2021, contaba con un 54%.
La Reacción del Mundo: De la Incertidumbre al Reacomodo.
La guerra arancelaria puesta en marcha por Trump inaugura una etapa de incertidumbre y reacomodo global. Su impacto dependerá de:
- El nivel de afectación arancelaria.
- El poder político y económico de cada país.
- La relación personal de sus mandatarios con Trump.
Frente a ello, los países pueden optar por:
- No hacer nada y esperar.
- Responder de inmediato.
- Negociar nuevos términos.
- Reconfigurar alianzas comerciales.
- Fortalecer sus mercados internos.
Cada gobierno buscará nuevos destinos para sus productos y nuevos aliados comerciales. Trump ha abierto múltiples frentes, y será difícil para Estados Unidos enfrentarlos todos con éxito.
Reacciones Internacionales: Una Ola Global.
- Organización Mundial de Comercio (OMC): los países miembros deberán analizar la legalidad de los nuevos aranceles y su impacto en los tratados vigentes.
- Unión Europea: en menos de 24 horas tras el anuncio de Trump, 24 de los 27 miembros respondieron oficialmente al arancel del 20% sobre sus exportaciones a EE. UU., efectivo desde el 9 de abril.
- China: la relación con EE. UU. se mueve entre competencia y cooperación. Mientras Washington juega póker con la deuda, Pekín juega ajedrez con el comercio. El presidente Xi Jinping ha ordenado devaluar el yuan como estrategia para proteger su economía. Según Simón Levy, esto forma parte de una estrategia para conquistar nuevos mercados, mientras Trump devalúa para protegerse. Aún falta por verse el “póker de los bonos del Tesoro”. La estrategia Xi: ¿cómo China piensa ganar la batalla decisiva a EE. UU.? Sin duda D. Trump no se dará por vencido e irá hasta las últimas consecuencias, en un futuro para el mundo preocupantemente incierto.
- T-MEC y otros tratados: países como México y Canadá enfrentan la paradoja de defender sus intereses sin romper su relación comercial con EE. UU.
México ante el Proteccionismo: Respuesta o Resignación.
Para México, este nuevo contexto es reto y oportunidad al mismo tiempo:
- Debe replantear su modelo comercial.
- Fortalecer el mercado interno.
- Apostar por la sustitución de importaciones.
- Consolidar alianzas estratégicas.
- Explorar nuevas regiones comerciales.
La guerra arancelaria es una advertencia clara: el mundo ha cambiado, y México no puede quedarse esperando.
Conclusión: Reagan, Trump y el Colapso del Consenso Global.
La política arancelaria ha dejado de ser un instrumento técnico para el equilibrio comercial. Hoy se ha transformado en un símbolo ideológico del repliegue estadounidense. Durante casi cuatro décadas, el libre comercio fue la columna vertebral del liderazgo global de Estados Unidos, respaldado incluso por íconos del Partido Republicano como Ronald Reagan, quien veía en la apertura económica una vía para expandir la prosperidad y fortalecer alianzas estratégicas.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, ese legado ha sido deliberadamente traicionado. Bajo la bandera del nacionalismo económico, su gobierno ha reinstalado una visión cerrada, desconfiada y agresiva del comercio internacional.
La efectividad de ambas posturas —la apertura de Reagan y el proteccionismo de Trump— seguirá siendo materia de debate. Pero desde nuestra perspectiva, la visión trumpista coloca a Estados Unidos en una ruta de aislamiento progresivo, donde la consigna de “America First” se transforma en una práctica de “America Alone”.
Como bien se advirtió en la revista Merca 2.0 en 2017: Estados Unidos está en camino de convertirse en “El Castillo de la Pureza”. “Trump está jugando con un cuchillo de doble filo.” Y parafraseando al economista Thomas Sowell: “No haces grande otra vez a Estados Unidos aumentando los precios a los estadounidenses, que es lo que hace un arancel.”