La exposición viral y mediática que ha tenido Peña Nieto en los últimos meses hace resurgir la discusión de si es prudente que los expresidentes deban de seguir opinando y tratando de influir en la vida política de este país, o si su retiro debe ser discreto y deben de mantenerse al margen de lo que ocurre en el país, sobre todo si prefieren no seguir acumulando el repudio de los ciudadanos.
A diferencia de otros exmandatarios, la presencia que ha tenido Peña tiene que ver más con su vida privada y su nueva relación amorosa, con apariciones en donde se percibe que poco le preocupan las investigaciones que pudieran iniciarse en su contra, por la presunta venta de una planta de fertilizantes y por ser señalado por Emilio Lozoya como la figura por la que pasaban todas las decisiones en Pemex, legales o no.
La nueva vida de Peña ha sido expuesta en fotos y videos, cuando se le vio junto a su actual pareja Tania Ruiz en Madrid, luego al concretarse su divorcio con Angélica Rivera, así como en una cena con el cantante Julio Iglesias y bailando en un evento al ritmo de los Ángeles Azules, con su flamante novia. Se le nota relajado, sonriente y feliz, a diferencia de lo avejentado y estresado que se le veía en los últimos meses de su administración, cuando parecía que le urgía que terminara su sexenio.
No obstante, es importante tomar en cuenta que la imagen de cada presidente, o propiamente dicho, su branding personal, debería ser cuidado de la misma manera que se hacía cuando estaba en el cargo, pues en el caso de Peña y otros expresidentes, los niveles de aprobación al final de su presidencia fueron francamente negativos (24 por ciento, la peor cifra en la historia de México, según encuestas).
A nivel internacional, los presidentes de otros países tampoco suelen tener (casi por tradición), una imagen favorecedora a la hora de dejar el cargo: En Latinoamérica, por ejemplo, el caso Odebrecht sí tuvo repercusiones importantes en la percepción de algunos exmandatarios; además de la caída del entonces presidente en funciones Pedro Pablo Kuczynski en Perú, el expresidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, se encuentran en prisión preventiva por presuntos delitos de lavado de dinero por el caso Odebrecht.
En Brasil, Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva también fueron procesados por su presunta participación en Odebrecht. En todos estos ejemplos, la imagen de los exmandatarios se vio fuertemente lastimada, y rara vez rebasa los 30 puntos de aprobación. Inclusive, para Donald Trump el tema de la aprobación por parte de sus compatriotas será un dolor de cabeza durante su campaña de reelección, pues actualmente cuenta con desfavorecedor 21 por ciento, a diferencia de su antecesor Obama, que terminó su administración con un buen 72 por ciento
Por lo anterior, los funcionarios de primer nivel, al dejar su cargo, no sólo deberían ser asesorados por abogados y otros profesionales, sino también por expertos en imagen personal, quienes deberán revertir cualquier percepción negativa y, sobre todo, impedir que ésta incremente.
Un caso de alguien que pareciera no importarle dar una pésima imagen personal y digital es Vicente Fox, quien no tiene reparo en insultar, burlarse y comunicar cualquier ocurrencia sin miedo a ser blanco de críticas. En el mismo sentido, la imagen de Felipe Calderón se ve constantemente lastimada por los polémicos tuits que suele escribir en contra de la nueva administración y otros temas.
Para que la imagen de Peña Nieto no siga siendo puesta en duda, el expresidente debería guardar las formas y manejar un perfil bajo, con el que por lo menos no quede expuesta su indiferencia por las acusaciones que posiblemente caerán en su contra, y también, con el que no muestre un dejo de cinismo, pues alguien sobre el que pesan las responsabilidades negativas en perjuicio de una nación, no debería aparecer sonriendo en videos ni demostrando que nada le importa.
Recordemos que la imagen personal es un concepto que va más allá de lo que es posible proyectar mediante la ropa y el cumplimiento de los protocolos, sino en cuidar la congruencia del comportamiento con los valores que se quieren transmitir, en este caso, los mexicanos por lo menos esperaríamos del ex mandatario un gesto de dignidad en el que se le viera dispuesto a esclarecer los hechos de corrupción de los que se le acusa.