Términos a los que socorren los gurús para aparentar profundidad. Digamos que es una parte esencial en el negocio de la venta de humo. Uno de estos últimos términos de moda en marketing digital que hemos escuchado repetirse como mantra es “omnicanalidad”. Se ha hablado mucho, aunque se conoce poco.
Como cualquier fenĂłmeno relativamente nuevo, los especialistas se debaten en homogenizar un concepto, lo cual resulta más difĂcil si se suma la distorsiĂłn generada por su antecesor, diferenciado solamente por un prefijo que es casi sinĂłnimo: multicanalidad.
Llegamos con esto a una cuestión que a primera vista parece un bulo semántico. ¿Estamos todos rompiéndonos la cabeza por un prefijo? ¿Por qué omni es más o mejor que multi? ¿Realmente hay una condición de precedencia lógica entre uno y otro?¿Si ya tenemos un multiverso, tendremos entonces pronto un omniverso?
Sin ánimos de atizar la polĂ©mica, ni hacer una digresiĂłn lingĂĽĂstica, y habiendo revisado e identificado en la literatura varias posturas al respecto, podrĂa sugerir que en el cuerpo principal de la campana gaussiana, la omnicanalidad se refiere no solo a la utilizaciĂłn de diferentes canales que conecten a una marca con su consumidor, sino a la integraciĂłn y coherencia que existe entre todos esos canales. Esto Ăşltimo, es lo que lo justamente lo diferencia de la tambiĂ©n socorrida multicanalidad.
Es decir, una estrategia multicanal busca identificar los diferentes canales de comunicaciĂłn con la audiencia, y establecer estrategias para cada uno. La omnicanalidad va un paso más allá y relaciona de manera consistente y articulada todos esos canales en la misma estrategia, teniendo un efecto sinĂ©rgico del que carecerĂa la estrategia multicanal.
A pesar de que los ejemplos clásicos de Ă©xito omnicanal están en las supermarcas que todos conocemos y usamos (Amazon, Nike, Starbucks, Apple) existe un universo lleno de posibilidades para la industria de la salud, potenciado aĂşn más por el efecto expansivo de la IA. Esto significa un gran reto pero tambiĂ©n una gran oportunidad para las marcas, que va desde algoritmos avanzados de educaciĂłn mĂ©dica y soporte clĂnico hasta funciones de aprendizaje de máquina y realidad aumentada para aumentar la consciencia y apego de los pacientes.
No creo que haya que denostar el término por el uso intensivo y superficial del que muchas veces ha sido objeto. La omnicanalidad no solo existe, sino que es una herramienta esencial para que las marcas interactúen con su audiencia de una manera eficiente y sostenible. Una omnicanalidad bien aplicada, alineada a la estrategia de la marca, es un activo que se puede capitalizar enormemente.
Ignorar la omnicanalidad es negarse a evolucionar. Es hora de abrazarla y convertirla en una fuerza motriz que impulse el Ă©xito y la relevancia en un mundo digitalmente saturado.