En una colaboraciĂłn publicada recientemente por el diario @Reforma, @Denise Dresser se refiere a la forma de comunicar del Presidente de la RepĂşblica, en quien reconoce “su extraordinaria habilidad para comunicar”, pero al mismo tiempo dice que “el saldo más trascendente de los Ăşltimos 365 dĂas es el triunfo del estilo sobre la sustancia” y agrega que “en Palacio Nacional hoy no hay alguien que encabece un proceso racional y deliberativo de toma de decisiones. Hay un publirrelacionista”, con lo cual implĂcitamente arremete en contra de una profesiĂłn seria, que tiene más de un siglo de existencia y muchos comunicadores ejerciĂ©ndola con profesionalismo, contribuyendo para el acercamiento de personas pĂşblicas, empresas e instituciones con sus audiencias clave y con ello a la construcciĂłn de relaciones provechosas para ambos y para la sociedad en general.
Denisse pasa por alto que la aceptación pública y la solidaridad de quienes rodean a empresas e instituciones, tarea de los publirrelacionistas, son ahora aspectos fundamentales no sólo para el desarrollo sino también para la subsistencia de las mismas. Ambas se consiguen mediante el trabajo de dichos profesionales, enfocados a construir la reputación corporativa y la integración de empresas e instituciones a la comunidad en la que están inmersas.
El ejercicio de la profesión de Relaciones Públicas se basa en una óptica diferente de la vinculación cotidiana con los interlocutores de las empresas e instituciones, llámense estos clientes, proveedores, vecinos de la zona, autoridades gubernamentales, accionistas, etc.
Para construir y preservar buenas relaciones con los diferentes pĂşblicos de las empresas o instituciones, deben detectarse y satisfacerse las expectativas y necesidades de cada una de las audiencias o stakeholders. El el caso de los gobernantes, sus principales audiencias son los gobernados. La difusiĂłn unilateral y reiterada de mensajes que hacen los polĂticos se llama propaganda, no Relaciones PĂşblicas. Lo que Denisse llama “victoria de la narrativa comunicada sobre la realidad evaluada” y la “devaluaciĂłn de los datos”, las “palabras pronunciadas desde el poder (que) se vuelven más relevantes que las polĂticas pĂşblicas llevadas a cabo, porque se usan para vindicar o tapar o inventar” corresponden a un polĂtico y no a un publirrelacionista.
El ejercicio profesional de las Relaciones PĂşblicas se basa en el Acuerdo de MĂ©xico, firmado en 1978 por representantes de asociaciones y confederaciones profesionales de 33paĂses del orbe, el cual dice que “exige una acciĂłn planeada, con apoyo en la investigaciĂłn, en la comunicaciĂłn sistemática y en la participaciĂłn programada, para elevar el nivel de entendimiento, solidaridad y colaboraciĂłn entre una entidad pĂşblica o privada y los grupos sociales a ella vinculados, en un proceso de integraciĂłn de intereses legĂtimos, para promover su desarrollo recĂproco y el de la comunidad a la que pertenecen”.
Finaliza Denisse su artĂculo diciendo: “Pero ser un gran publirrelacionista no significa ser un gran gobernante. DespuĂ©s de un año, AMLO ha demostrado que es un genio comunicacional. Pero tambiĂ©n ha probado que todavĂa no sabe cĂłmo ser un buen Presidente”.
Desde luego que se refiere a dos actividades completamente diferentes. En algĂşn tiempo los publirrelacionistas padecimos la pesada carga de que nos confundieran con “caballeros de la mano frĂa” u organizadores de cĂłcteles. Superado aquello, no queremos que nos confundan con polĂticos populistas. Te lo dice un comunicador de profesiĂłn con 40 años en el ejercicio de las Relaciones PĂşblicas y en la docencia de la especialidad, autor de textos sobre la materia y actualmente consultor y directivo de una agrupaciĂłn de publirrelacionistas. HabĂa que hacer la precisiĂłn. AquĂ es aplicable el dicho “no nos ayudes, comadre”….