El próximo 14 de febrero, además de celebrarse el día del amor y la amistad, se jugará el partido de ida de los octavos de final de la Champions League entre el Real Madrid y el Paris Saint-Germain; uno de los duelos más atractivos que suponen el primer gran reto para los dirigidos por Unai Emery, y en especial para Neymar.
Esta será una de las primeras grandes pruebas que justificarán los 262 millones de euros desembolsados por el equipo francés, sobretodo porque la apuesta es clara y evidente, se trata justamente de la Copa de Campeones de Europa, el trofeo que los coloque por fin dentro de las grandes vitrinas del futbol mundial.
Los datos así lo demuestran, de acuerdo con el ranking 2017 de los equipos europeos más importantes de futbol conforme a su valor de marca, elaborado por Forbes, el PSG se coloca en la décimo primer posición con 841 millones de dólares.
Sin embargo, este encuentro no parece llegar en el mejor de los momentos para ninguna de las dos instituciones; por una parte, el Real Madrid se encuentra en un bajón de juego, que se recrudeció en el clásico del año pasado, y que es muestra de un club de primer nivel, al que se le exige año con año ganar títulos y jugar bien.
En tanto, el PSG, en su búsqueda de tener un equipo de primera línea se ha enfrentado a las vicisitudes de tener un vestidor plagado de estrellas, lo que es lo mismo, plagado de egos. Fue de todos conocido el primer gran roce entre los jugadores, Neymar y Cavani se distanciaron por una cuestión de penales, que también se traducía en bonos económicos.
Luego sería una disputa entre el brasileño y el entrenador, se escribieron muchas páginas de diarios en los que se explicaba la mala relación entre el delantero y el estratega y el poco convencimiento del segundo sobre el primero en cuanto a disposiciones tácticas.
En esta ocasión es otra vez la división entre el mencionado clan brasileño y el resto de los sudamericanos quienes de nueva cuenta reavivan la tensión en un vestidor que durante la presente campaña han generado noticias de este tipo.
Se trata de los retrasos de Edinson Cavani y de Javier Pastore, quienes volvieron fuera de tiempo de las vacaciones navideñas, al tiempo que los comentarios del capitán del club, el brasileño Thiago Silva, hizo al respecto, complican la relación en la plantilla. De este modo, la reputación del cuadro que gastó una fortuna para armar un equipo competente puede quedar en segundo plano.