Fantasía, realidad o una ficción maravillosa. El anhelado día siete; un lapso en el que imaginamos estar en algún momento del caso. Mirar hacia atrás y evaluar la estela que vamos dejando como si fuésemos el venero que alimentó los cuatro ríos descritos en el Génesis, tal vez, y solo tal vez, identificar el día cero se complique aún más que descubrir el día siete. Lo cierto es, nuestro Shabat podría existir solo en fase de proyecto.
Hace algunas décadas planeaba con amigos el ¿cuándo nos retiraríamos? Hacer lo que nos gusta, dedicarnos a “nuevos propósitos”, de ese tamaño era la propuesta. Transformarnos en apóstatas y demostrar al entorno que sí se podía ser distinto, y no seguir los pasos de nuestros padres y maestros, romper con el paradigma del caballo detrás de la zanahoria, por supuesto ante nuestros ojos todo era lograble, todo era posible, y procuraríamos (al menos en papel) hacerlo probable. Dos o tres décadas después, nada ha cambiado cuando nos reunimos, algunas arrugas y desperfectos en la maquinaria, pero la emprenda permanece en estoicismo puro.
En términos de emprendimiento en qué parte de la narrativa nos encontramos. En un sentido literal son tan pocas las páginas que se dedican a describir cómo se construyó el todo, y varios cientos de ellas las que narran un interminable conflicto entre bandos. En el supuesto caso que seamos parte del libro, o seamos los amanuenses de uno propio, ¿en qué parte de la avanzada nos encontramos? Algunos parecemos inmortales habitantes del origen, otros aparentamos vivir en el ojo del cataclismo, una tercera opción se ve envuelta en un medievalismo que apacigua con la satisfacción de verse revelados, y en otros casos ansiosos esperando modernizarse mediante una revolución. Cualquiera que sea el caso del estado actual de nuestro proyecto nos pone a contraluz.
La edad y la medida del tiempo en años nos tiende la única red tangible para cardinalizar nuestro proyecto de vida, al cual se adhieren otros proyectos, entre estos, el de la sobrevivencia, y por desgracia también el de supervivencia. Parar y arrancar son dos de las acciones que a modo de herramientas contraen y expanden lo bien y lo mal pensado. La opción de planear y elucubrar desde el punto más alto posible, ya no suena tan errada ante un escenario que sin duda algunos percibimos como infinito.
