En 1980, los estudiantes de comunicación al concluir sus cuatro años de estudios querían convertirse en el Jacobo Zabludovsky de la televisión o la Lolita Ayala de la conducción. No existían en el plano laboral actividades definidas para los jóvenes egresados de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la época.
De hecho, para que se den una idea, estudiar comunicación por esos años era como estudiar nanotecnología o física cuántica en nuestros días. No exagero.
Represento a esa generación ochentera que fue cuestionada alguna vez por su abuelo en estos términos: “Hijo, tú que estudiaste comunicación, ven y arréglame la radio”.
Así estábamos en términos de percepción.
¿Cuánto ha evolucionado la comunicación?
Antes de contestar esta medular pregunta, déjenme contarles una historia que a mis alumnos les fascina.
Cristóbal Colón, el navegante Genovés, quien fuera financiado por los Reyes Católicos de España, Fernando e Isabel, se aventuró a la mar en busca de nuevas tierras. Después de cuatro largos meses, avistó tierra, a la cual llamó la Isla de San Salvador. Se instaló y después de un tiempo ordenó regresar a España para notificar a los Reyes sus hallazgos, invirtiendo algunos meses más en su regreso. Colón no tenía otros medios de comunicación a su alcance. Esta historia trasladada a nuestro época ¿cómo hubiera sido? Colón con su iPhone XR a través del WhatsApp, invierte dos segundos para mandar un mensaje hasta España, foto incluida, del Descubrimiento de América.
De este tamaño es el salto que ha dado la comunicación y la tecnología de 1492 a la fecha. La instantaneidad es ahora el nombre del juego.
La comunicación es una figura transversal para toda organización pública o privada. Es el crisol de todas las estrategias elaboradas por un gobernante o un CEO. El comunicador institucional se sienta en la mesa en donde opera el staff más cercano al que toma las grandes decisiones.
De esta forma, la comunicación dejó el anonimato y la baja percepción que tenía para desempeñar el rol estelar que proporciona identidad y rumbo, mensaje y operatividad.
Muchas veces, algunos gobernantes tenían al director de comunicación social solo como un relacionista público que atendía las necesidades de los miembros de la fuente especializada que da cobertura cotidianamente a las actividades de ese gobierno.
Esto también se acabó.
Hoy, el director de comunicación estratégica de un gobierno, en cualquiera de sus tres niveles, es quien marca la ruta y analiza los escenarios para lograr conectar con sus ciudadanos, en independencia de que desarrolla estrategias de publicidad digital y redes sociales.
El nuevo perfil del profesional de la comunicación nos lleva a apuntar que cinco de cada 10 directores de comunicación de un corporativo son comunicólogos y casi la totalidad de los directores de prensa y difusión de los gobiernos estatales, son egresados de comunicación o con estudios relacionados a la mercadotecnia o la administración. Muchos tienen un posgrado.
El presente análisis incluye también contemplar, para el responsable del área, actividades relativas al cabildeo y a la administración, debiendo conocer o estudiar temas de antropología, ética, sociología e interpretación de estudios de opinión y efectuar un certero manejo de las redes sociales. El nuevo paradigma de la comunicación en el mundo.
Una reflexión a manera de ejemplo:
El comunicador institucional debe resolver crisis de manera eficaz. Algo a lo que le llamo “saber ponchar el globo”. Veamos esto: El gigante de la aviación, Boeing, con sede en Seattle, Washington, está ante una fuerte crisis dado que su avión más popular el Boeing 737 MAX 8 ha tenido dos mortales accidentes en seis meses, perdiendo, vidas, ganancias y reputación. La tarea entonces del vocero y del asesor de comunicación de Boeing se pondrá a prueba y recomiendo documentarla para apreciar las soluciones que le ayuden a “ponchar este globo”.
La comunicación goza de cabal salud.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López