Huyendo de esa realidad, me arrojé a sus servicios. Al inicio lo hice con cierto temor aunque confiado en que, fuera lo que fuera, me iría menos mal. Hoy, después de muchos trayectos en Ciudad de México, he quedado capturado por la calidad de personas y vehículos que yo (hago hincapié en que esta es una opinión personal) he encontrado al volante. Personas en busca de una oportunidad de ser empresarios independientes. Estudiantes graduados en proceso de encontrar trabajo. Individuos de todos los rincones ávidos de trabajar. Muchos otros en busca de completar gastos de familia, estudios y/o proyectos personales. Amables, dispuestos y puntuales. A diferencia de amigos opinólogos sin experiencia real, para mí las historias de buen servicio sobran.
Seguramente mis detractores opinarán que estos dudosos servicios y choferes poseen mi teléfono, mi tarjeta, mi ruta, y hasta mi persona y probablemente tendrían razón aunque, en descargo, les diría aquello que dije a alguien cuando me expresara este misma critica: ¿Si te encontraras en la calle -bien entrada la noche- con la necesidad de tomar un taxi, detendrías uno en la esquina o preferirías (desde tu celular y antes de salir de un domicilio) invocar un UBER? Otra persona me dijo que se encontraba en desacuerdo ya que estos servicios no estaban autorizados, a lo que yo respondí. ¿Y (por desgracia) los autorizados tienen la calidad y el nivel de servicio de éstos?. ¿Acaso -agregaría- el pertenecer a un gremio bendecido por la autoridad les confiere credibilidad?
Los gobiernos han arremetido contra estas aplicaciones prácticamente desde su nacimiento prohibiéndolas pretextando cualquier eventualidad o aparente abuso. Holanda, España y Alemania son ejemplos al igual que algunas ciudades de USA e India. En este último país cancelaron todo el servicio debido a que un chofer abusó de una pasajera cosa que, aunque gravísima, podría haber sucedido en cualquier sistema de transporte, como ya ha sucedido.
Es paradójico que Europa tenga esta postura cuando el desempleo representa su mayor dolor de cabeza. ¿Qué no sería recomendable que sus ciudadanos pudieran ganarse la vida de forma independiente dando un respiro a la economía usando la tecnología disponible?. España, por ejemplo, acaba de prohibir UBER mientras que su taza de desempleo es la mayor de Europa. Ahora entiendo el alto índice de emigración a las Américas de los ciudadanos de este país.
A mi no me interesa Travis Kalanick, fundador de UBER, no soy su fan. Me interesa que las personas puedan tener formas de ganarse la vida en esta era digital y que todos los gobiernos aprendan la lección de que el “controlismo” exacerbado rigidiza las economías de mercado; baja la calidad de los servicios y estimula la informalidad. Comprendan que no pueden condicionar el mercado por decreto. Esta… es mi opinión.