El 10 de enero de 2016 será recordado por el fallecimiento del cantautor David Bowie. Desde ese momento, la industria musical se dio a la tarea de no hacer olvidar la obra del músico inglés.

Este día, a un año de su muerte, se sabe que su último álbum Blackstar se convirtió en el sexto más vendido en el mundo, con dos millones de copias vendidas, según datos de la página Media Traffic.

Dicho conteo, que también incluye artistas como Adele, Beyoncé o Justin Bieber, toma en cuenta también las ventas del álbum recopilatorio “Best of Bowie”. Al sumar las cifras de ambos trabajos, se observa que Bowie está en el segundo lugar en la misma categoría.

Pero, ¿cómo se logra establecer estos números si el artista en cuestión ya no está presente para promocionar su trabajo?

Por una parte, podría explicarse este hecho a partir de una exhaustiva promoción de la imagen del artista. Al conocerse sobre su fallecimiento, la canción “Blackstar” se convirtió en tendencia al ser el tema más discutido y compartido vía Twitter, según recuerda la página web Billboard.

Además, un día antes del lanzamiento del álbum homónimo, el canal de videos YouTube había publicado el video del nuevo sencillo de Bowie “Lazarus”. Tres días después, cuando ocurrió la muerte del músico, ya había rebasado las 3.2 millones de vistas en el sitio.

De hecho, el medio especializado Search Engine Land afirma que la sexta búsqueda más importante del año en Google tuvo que ver con la muerte del cantautor inglés.

También, algunos meses después se montó una exposición itinerante, la cual rompió el récord de visitas del museo Victoria & Albert, luego de sumar 1.5 millones de visitas en aquel momento.

Días antes de su aniversario póstumo la BBC británica dio a conocer que Bowie se enteró tres meses antes de morir que tenía un cáncer terminal. El impacto de esta información fue tal, que se ha llegado a especular que el arte del álbum Blackstar tiene referencias escondidas sobre esta situación.

Así, los rumores alrededor de los “aparentes” secretos de Bowie alimentan la curiosidad del público. A finales del año, la muerte de George Michael llevó a observar un fenómeno similar, aunque sólo visto en el mercado musical del Reino Unido.

Del mismo modo, en Estados Unidos, la muerte de Prince no impidió que hasta junio de 2016 su álbum Purple Rain (publicado en 1984) se convirtiera en el noveno más vendido en ese país.

Al parecer, la muerte de los músicos potencializa la revaloración de su trabajo entre el público consumidor de música. Y, al dejar de vivir, recuperan el interés de esa industria, aún cuando nunca la hubieran abandonado.