Empiezo con una pregunta que puede ser sensible para todo el medio, o por lo menos para aquellas empresas y medios que se ven beneficiados cada temporada de elecciones: ¿Una mayor inversión en los medios y en el pago a agencias garantiza éxito en las campañas?
Otra pregunta, ya que estamos en ello: ¿Una mayor cantidad de dinero garantiza que los mensajes llegan con efectividad al público objetivo?
Ya falta menos de un año para que se elija nuevo Presidente de la República y que se renueven las dos Cámaras del Congreso de la Unión. Será momento de la elección de 3 mil 326 cargos de elección popular, entre ellos 9 gobernadores.
Y ya falta muchísimo menos para que el show político (que vemos diario) se haga mucho más grande y más escandaloso. Y para sostener ese espectáculo, que se acerca más a un circo de 3 pistas, se acaba de aprobar de parte del Consejo general del Instituto Nacional Electoral (INE) un presupuesto de 6 mil 778 millones de pesos para el financiamiento de los partidos políticos y candidatos independientes. El más alto de la historia que destina el Estado mexicano para financiar la política.
Ese “pastelote” se lo repartirán los partidos. Y si los 5 mil 356 millones 771 mil 247 pesos recibidos por los partidos políticos fueron aprobados en el 2015, ahora le suben un poquito, por si se ofrece.
Ahora tendremos que ver si realmente esto será lo que costarán las próximas elecciones.
Por ejemplo, de acuerdo al portal Animal Político, que recoge un estudio hecho por José Tapia, Director de Estrategia y Desarrollo Institucional de México Evalúa, “Las elecciones mexicanas de 2012, tuvieron un costo 18 veces mayor al promedio que se gastó en las elecciones que se celebraron en la latinoamericana”.
“El costo real de la elección mexicana en 2012, incluyendo los rubros visibles y legales de financiamiento y las prerrogativas indirectas como el uso de tiempos fiscales de radio y televisión, pudo haber llegado a 40 mil 248 millones de pesos”.
“Un cálculo conservador arroja que tan sólo en tiempos de radio y televisión, se gastaron 10 más veces que en las elecciones de 2006.”
Mucho dinero en juego y mucho dinero por ganar la batalla del poder. Pero que hará que nos preguntemos si realmente las grandes inversiones (o gastos) darán el resultado positivo para ese partido que soltará billetes para todos lados, esperando que con ello garantice su triunfo y su influencia en los votantes. Y muy probablemente, olvidándose de una estrategia adecuada, más eficiente y más eficaz, que use los medios y los mensajes adecuados, sin hacer desperdicio de ese recurso de más de 6 mil millones de pesos, desembolsado por los mismos votantes.
Así es. Nosotros mismos estamos pagando por la propaganda con la que nos bombardearán en muy poco tiempo.
Nosotros mismos estamos pagando por esos espectaculares con carotas sonrientes que no comunican nada. Por esos pendones chafas de plástico que invadirán todos los postes de México, aumentando la fealdad de los mismos y combinándose con decenas de cables enrollados y pares de tenis viejos colgados. Por esos muros pintados a lo largo y ancho de nuestras calles, que parecen más anuncios de conciertos gruperos que propaganda política. Pagamos por esos anuncios de partidos políticos eternos, repetitivos y falsos que nos tenemos que fumar antes de cada película. Por esas llamadas inoportunas e insistentes a nuestros teléfonos a temprana hora del día con la grabación de algún personaje presentándose como nuestra “esperanza” de México. Por esas menciones metidas con calzador en los programas de revista matutinos de TV abierta. Pagamos por esos anuncios invasivos de los candidatos que nos causan más rechazo que aceptación.
Todos pagamos por propaganda que no comunica, sino que contamina. Y así se van a ir más de 6 mil millones de pesos.
Un llamado a las agencias y a los medios: si les toca parte de ese pastel, y ya que de todas maneras se ha autorizado esa gran cantidad, por favor, que sea un dinero bien utilizado, con estrategia bien definida por ustedes y no por quien les pagará. Que ellos, a fin de cuentas, están preparados para la política en busca del poder, pero no para hacer comunicación política eficiente como lo podrían hacer ustedes.