La evolución del uso de las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram que nacieron como una forma de conectarse con amigos, familiares y personas de interés, ha trascendido a otros sectores de una manera impresionante, desde lo comercial hasta lo político y se ha vuelto cada vez más controversial.
Hemos sido testigos de informes de que hackers e incluso gobiernos extranjeros, están usando las redes sociales con fines de manipulación e incluso para provocar ataques y caos. Y uno se pregunta, ¿qué tanto esto es posible?
Es bien sabido, que las redes sociales utilizan algoritmos para seleccionar lo que uno ve, basándose en parte en los “likes” o “votos”. Al presentarse una publicación (post) esta provoca una reacción natural entre los usuarios, y mientras mayor sea esa interacción, ya sea positiva o negativa, más se destacará entre otros internautas. Lamentablemente, las noticias falsas y el contenido extremo a menudo generan más respuestas y, por lo tanto, se difunden rápida y ampliamente.
Aquí el tema es ¿quién está interactuando? Y, el problema, es que a menudo son un ejército de cuentas, bots, que no corresponden a personas reales. De hecho, están controlados por piratas informáticos, a veces ubicados en el otro lado del mundo. Por ejemplo, investigaciones han reportado que más de la mitad de las cuentas de Twitter que hablan de COVID-19, son bots.
En el ámbito político y social, se está padeciendo de ejércitos de trolls que están más centrados a crear división y desconfianza, que al problema que en teoría difunden o aparentemente respaldan. Por ejemplo, investigaciones realizadas en el 2018 concluyeron que algunas de las cuentas más influyentes en ambos lados de temas controversiales como Black Lives Matter y Blue Lives Matter, estaban controladas por granjas de trolls.
Y aquí la pregunta obligada, es ¿qué se está haciendo al respecto? Y en este sentido, aquí hay dos víctimas claras que tendrían que tomar acciones para evitar caer en la trampa: los usuarios y las propias redes sociales. Probablemente usted, como usuario, ya sepa verificar las fuentes y fechas de lo que lee y reenvía, pero los consejos de sentido común sobre actividad mediática no son suficientes.
Primero, hay que utilizar las redes sociales de manera más deliberada. Elija ponerse al día con alguien en particular, en lugar de consumir solo el feed predeterminado. Es posible que se sorprenda al descubrir de lo que se ha perdido.
En segundo lugar, debemos ejercer presión en las plataformas de redes sociales para que eliminen las cuentas con claros signos de automatización. Solicitar más controles para administrar lo que se ve y aquellas publicaciones que se amplifican sospechosamente. Exigir más transparencia sobre cómo se promocionan las publicaciones (posts) y quién coloca los anuncios. Por ejemplo, presentar una queja directamente en la red social o escalarlo a las autoridades pertinentes.
En tercer lugar, debemos de identificar los temas favoritos de los trolls y ser escéptico con ellos. Puede que estén más interesados en crear caos, pero también muestran preferencias claras sobre algunos tópicos. Por ejemplo, los trolls quieren reabrir las economías rápidamente sin una gestión real para aplanar la curva del COVID-19. También apoyaron claramente a uno de los candidatos presidenciales de EE. UU., durante las elecciones del 2016. Y habría que preguntarse cómo estas posiciones pueden beneficiar a los trolls rusos, y, por otro lado, a la sociedad y, en este caso a los electores.
Pero quizás la recomendación más importante es la de utilizar las redes sociales con moderación, como cualquier otra sustancia adictiva y tóxica, e invertir más en la construcción de conversaciones reales con nuestra comunidad. Escuchar a personas reales, historias reales y opiniones reales, y a partir de ahí, formar nuestra opinión.
En cuanto a las redes sociales, Twitter y Facebook en particular, han implantado medidas para combatir este problema. Facebook acaba de anunciar un nuevo sistema que le ayudará a mejorar la detección de cuentas falsas y desinformación, amén a sus enfoques existentes y refinando su esfuerzo general para eliminar a los malos actores de sus plataformas. Qué bueno, pero este, es un tema que merece un espacio exclusivo.