La acción para determinar cuanto debe cada pareja, expresar su amor, ha sido llevada a cabo el pasado domingo 23 de abril, durante la diada de Sant Jordi, gracias al “T’estimòmetre” de Viladrau y cuyo objetivo final ha sido el de fomentar durante todo el año, este tipo de demostraciones.
Este test interactivo ha sido diseñado por Viladrau y la Escuela Neurocientífica del Amor, para diagnosticar “a las parejas según la manera en la que sus cerebros establecen conexiones neuronales sinápticas.” Las mismas que “determinan cómo son nuestras relaciones personales y nuestra manera de vivir, sentir y desarrollar emociones.”
Los hallazgos de esta acción han sido más que interesantes, pues “la mayoría de las parejas que realizaron la prueba son románticos y atrevidos a la hora de decir ‘te quiero’. Las parejas deberían decirse “te quiero” una media de 6 veces por semana para afianzar la relación y sentirse mejor. Un 55% de las parejas están marcadas por una combinación de estrógeno y testosterona, por lo que suelen ser atrevidas, románticas e intuitivas, Un 23% han coincidido con aquellas que tienen altos niveles de serotonina. Éstas suelen ser leales, detallistas, emocionalmente contenidas y muy sociables. Y un 22% de los enamorados que han realizado el test, han sido parejas con altos niveles de dopamina. Este tipo de parejas son aventureras.”
Esta máquina, después de ser diseñada, ha sido “desarrollada en Xavi’s Lab el departamento de Innovación de Glassworks se desarrolló a dos niveles. Por un lado se generó un software en base a un algoritmo capaz de interpretar multitud de posibles respuestas y combinaciones ofreciendo un resultado personalizado a cada una de las parejas participantes. Por otro lado, el hardware de la máquina se diseñó con un objetivo en mente: convertir un dispositivo frío y de alta tecnología en algo orgánico y cercano, y que pudiese generar una sensación placentera al interactuar con él. Para conseguirlo se combinó una pantalla transparente de última generación con un display físico de puntos móviles. La hibridación de ambos generaba la sensación de estar interactuando casi un ser vivo más que con una máquina.”