No cabe duda que la educación es la base para el desarrollo y crecimiento de un país y de toda unidad de negocio o empresa; es en este pilar donde se siembran las semillas del conocimiento, innovación, investigación, creatividad y dominio de cualquier actividad relacionada con su crecimiento.
Sin embargo, las empresas apenas destinan el 13 por ciento de sus presupuestos en responsabilidad social corporativa a programas relacionados con la educación y extensión académica, de acuerdo con un informe (2015) de la Fundación Varkey y la Unesco.
Y, es que si miramos a nivel país, Suiza, Suecia, Holanda, Estados Unidos y el Reino Unido, encabezan el índice global de innovación, algo que se traduce en el mundo empresarial.
Así, destacan empresas como IBM, Exxon, Target, Glaxo Smith Kline y Microsoft se encuentran entre las marcas que más invierten en educación como parte de sus programas de responsabilidad social empresarial.
Según diversos reportes, sería ideal que las corporaciones destinaran un mayor presupuesto en la capacitación y extensión académica en sus equipos de trabajo. Sin embargo, lo importante es cómo se implanta y qué programas se ejecutan.
Una de las fórmulas que han probado dar resultados es la colaboración entre instituciones de educación y las marcas, esto con la finalidad de crear programas de estudio que respondan a las necesidades de las empresas y del contexto de negocios.
¿A qué se debe la relevancia que las organizaciones inviertan en este tipo de programas? En que esta es una de las mejores formas para invertir en sus líderes del futuro, así como para generar un vínculo profundo con sus equipos.
Pero, en México, ¿las empresas invierten en este tipo de programas? Nos interesa conocer las acciones de las marcas. Participa en el Estudio sobre Programas de Extensión Académica.