Todas las empresas sin importar su tamaño nacen de una inquietud para satisfacer una necesidad, ya sea personal, de mercado o negocio. Y esto no tiene nada que ver con los planes de marca (inicialmente), es decir, en su sentido más simplista es solo lograr que el sueño de alguien o de un grupo de ingeniosos emprendedores, se cumpla.
Conforme dicho sueño comienza a estructurarse en cualquiera de los casos, llegan con ello infinidad de requerimientos, los cuales podríamos tener visualizados o no, pero sin importar cuáles sean estos requerimientos, todos, deben ser atendidos en su oportunidad para lograr el objetivo que nos habíamos planteado al inicio de dicho sueño.
Bajo esta dinámica de nuevos retos que se van adquiriendo con el paso del tiempo, llega la imperiosa necesidad de orden y con ello de hacer una pausa (metafóricamente hablando) que nos permita dar paso a la definición de estrategias claras que nos ayuden a organizar y crear nuestro plan de marketing.
La realidad es que pocas empresas se detienen a analizar y estructurar una estrategia que beneficie y dirija el destino de la organización, ya que la necesidad le gana a la prioridad, y si no cuentan con un área experta en mercadotecnia, que apoye en la orientación de estos esfuerzos, el resultado suele no ser muy alentador, en algunos casos.
Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre la importancia de implementar estrategias que nos permitan alcanzar los objetivos de nuestra organización, y nos alineen a un proceso menos empírico para resolver las necesidades del negocio.
La importancia de una correcta asesoría en la implementación de planes de trabajo y estrategias para su adecuada ejecución, es parte de las actividades de todo mercadólogo o responsable de marca, en los procesos de planeación y ejecución de las actividades de la compañía.
Evitar el fracaso, es una tarea que vivimos en el día a día de cualquier organización, por ello, evitemos el desorden o desatención de nuestras prioridades y objetivos.