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Juan Becerril
Juan Becerril

¿Cualquiera puede ser speaker?

Ser speaker no solo es una cuestión de controlar el miedo o dominar el tema, sino de recordar todo el tiempo que el mensaje lo va a recibir un público.

Bárbara Tijerina, autora del libro Lenguaje sin Palabras, me hizo saber que sin lugar a duda, los soft skills se pueden trabajar, pues hay muchas técnicas para desarrollar aspectos de la personalidad que en otro momento se pensaban inmodificables, como es el caso de la capacidad de comunicarse. 

Pero vamos por partes porque este es un tema apasionante, con muchas vertientes y por ello me gustaría comenzar por lo básico: el miedo a hablar en público conocido como glosofobia.

 

No eres tú, es tu ADN

En un interesante artículo publicado por Harvard Business Review, se menciona que en la prehistoria, el hecho de tener muchas miradas encima de un individuo, sólo podía significar una cosa: los depredadores se lo querían comer.

Como parte de la evolución, ese reflejo de protección por parte de la amígdala, zona del cerebro responsable de generar una respuesta ante el peligro, se transfirió ni más ni menos, que en la ansiedad que nos provoca ser observados mientras hablamos. Así que como dice el HBR, la mala noticia es que ese temor está en nuestro ADN y en contraste, la generosidad humana suele ser un antídoto, por lo cual les sugiero que al terminar mi columna, vayan al link del mencionado artículo.

El miedo que provoca hablar en público puede ser paralizante, al grado que la sudoración haga acto de presencia al tiempo que usted libra un intenso diálogo con su inconsciente y por más preparado que se encuentre, es probable que sienta que va a perder el control, ya sea porque cree que se le va a olvidar el tema, que será abucheado o simplemente porque le aterra la idea de hacer el ridículo. 

¿Todo está perdido porque es una habilidad con la que se nace? Siga leyendo, por favor.

 

PODER HACERLO: El miedo paraliza pero también nos mueve a la acción

Cuando conocí a mi tocayo (dejémoslo así para guardar su identidad), me di cuenta que le resultaba complicado expresarse con fluidez en la mesa donde estábamos juntos, no concretaba las ideas de manera clara y se dispersaba de manera importante.

Yo me había incorporado recientemente a ese equipo y al día siguiente de mi llegada a la región, en un viaje donde presentaríamos un nuevo producto, él sería el orador principal y honestamente no podía ocultar mi preocupación, pero confiaba en que mis compañeros sabían lo que hacían al haberlo elegido para tomar ese rol en el evento.

Llegó el momento de subir al escenario y entonces apareció un sujeto totalmente distinto al que conocí en la cena de la noche anterior. ¿De dónde salió la manera tan profesional de impostar la voz? ¿Cómo apareció esa elocuencia, amplitud de vocabulario técnico e incluso, carisma para sacarles algunas sonrisas a la audiencia? Y qué decir de la facilidad para responder las dudas de nuestros invitados.

Me contó que había tomado algunos cursos al respecto, pero indudablemente él era un tipo introvertido, tímido y en ciertos momentos, hasta se desaparecía del tumulto porque no le gustaba la convivencia con otras personas; en resumen, el perfil antagónico al de un speaker tradicional. ¿Por qué decidió aprender esas técnicas? Porque le intimidaba mucho más perder el control ante el público, que enfrentar sus temores y resolver lo que estaba a su alcance.

Luego de tener un interesante curso sobre Storytelling con el equipo de ASTROLAB, comandado por el buen Andrés Oliveros, logramos romper un techo de cristal muy relevante pues comprobamos que, con disciplina y estructura, todos podemos mejorar nuestra capacidad para contar historias y en cada caso tenemos motivadores diferentes, quizá porque es parte de nuestro trabajo o de nuestro gusto pero al final, la buena noticia es que podemos afinar nuestro desenvolvimiento con el entrenamiento adecuado, independientemente al hecho de si nuestra esencia nos permite comunicarnos con facilidad o no.

Lo que ganamos al atender ese “elefante en la sala”, fue el hecho de normalizar el temor que implica hablar en público, reconocer que hay quien tiene más habilidad que otros para expresarse pero que, trabajando ordenadamente en la detección de áreas de mejora y contando con la complicidad del equipo entero, podríamos mejorar … y así sucedido.

 

QUERER HACERLO: Más allá del control de los nervios

Bien, pues ya me refería a que el entrenamiento es un camino para incrementar nuestra confianza y así poder pararnos frente a una audiencia, reduciendo el temor y ansiedad que esto puede traer consigo, sin embargo, tener valor, no es la única característica que el orador en turno necesita.

Hacer una presentación ante clientes o ante nuestros jefes, tienen como denominador común esa adrenalina que nos encantaría superar con gran velocidad pero ¿qué pasa cuando alguien que no tiene autoconciencia quiere dar un tema sin tener las habilidades correctas? Esta historia es el extremo contrario al miedo, a este personaje le sobraban ganas y descaro.

Previo al inicio de la nueva temporada, tocaba presentar el plan de operación táctico que típicamente incluía la actualización de los precios. El manager protagonista de esta anécdota, se auto nombró el speaker principal de la sesión, que ante la ausencia de otros miembros del equipo, fue casi la última alternativa y le cuento entre usted y yo que estábamos tranquilos ya que contaba con una gran ventaja para la narrativa por desarrollar: los precios se mantendrían sin cambio. ¿Qué podría salir mal? 

¿Qué dijo y cómo lo dijo como para hacer enojar a quienes recibieron su mensaje? Es algo que no le puedo explicar, pero en una combinación de exceso de confianza, cero empatía y pocos recursos orales, los asistentes a ese evento salieron molestos a pesar de la gran noticia que representaba no subir precios, que si consideramos efectos inflacionarios, técnicamente era una reducción de los mismos. 

Como verá, ser speaker no solo es una cuestión de controlar el miedo o dominar el tema, sino de recordar todo el tiempo que el mensaje lo va a recibir un público que puede ser muy diferente a usted, que quienes vamos a transmitir el mensaje, no siempre somos el target y que la preparación conlleva también hacer un testing del mensaje principal y sobre todo, no ser arrogante. 

 

TENER QUE HACERLO – Eres el jefe, te toca hablar

 

Algo en común en los dos bloques anteriores, es que los oradores podrían elegir si participaban o no en los eventos, pero cuando la responsabilidad de una posición organizacional define naturalmente que le toca ser speaker, no dude que se esperará mucho de usted.

Recuerde a ese líder que lo conmovió con su mensaje o a aquel otro que lo hizo salir con el “cuchillo entre los dientes” a buscar las metas del año después del memorable speech que compartió y ese otro que fue tan directo, que no le quedó más que agradecer por la firme retroalimentación que le hizo llegar.

Pero por favor no se confunda, no me refiero al director de la compañía, mi idea es llevarlo a que piense que usted puede ser una referencia para un grupo de trabajo y que ese nombramiento, tácito o sugerido, significa que debe ser consciente de la responsabilidad que han depositado en usted. Se necesitan speakers de calidad, no repetidores de idea sin personalidad, así que prepárese que ser tibio en nada ayuda. 

 

SEMBRANDO REFLEXIÓN

 

AgroMarketing debe ser el autor intelectual de esos mensajes, hacerlos funcionales, apegados a la legalidad y a la realidad, cumplir con la expectativa de crear reasons to believe o en otras palabras, debemos “poner el pase” para que el speaker solo “anote el gol del triunfo”. 

Cuando el mensaje se sintoniza al mismo nivel que la intención de quien lo transmite, es donde las narrativas se hacen memorables y en el momento en que ese balance se rompe y el mensaje supera al orador o viceversa, la magia termina.

¿Qué speaker lo ha inspirado? Cuénteme en @soyjuanbecerril en todas las redes y me encantará verlo de nuevo por acá para compartir nuevas historias de Marketing Agrícola.

 

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