Miles de negocios han parado en el mundo a causa de la pandemia de COVID-19. Más allá de las pérdidas económicas —que sin duda dejarán contra las cuerdas a muchísimos empresarios—, será vital pensar fuera de la caja en esa etapa que empezamos a llamar “nueva normalidad”.
El problema principal es que en la “nueva normalidad” hay más dudas que certezas. No se sabe a ciencia cierta si una segunda oleada vendrá y parará todo otra vez y tampoco sabemos de qué manera cambiarán nuestros hábitos de consumo.
Aunque indudablemente las condiciones variarán según la geografía, en México la pandemia ha tenido un impacto directo en el mercado automotriz o en los negocios de retail, por mencionar un par de ejemplos de giros que se han visto gravemente afectados. Vayamos ahora del otro lado: el e-commerce y las plataformas de delivery. Si algo nos ha enseñado este confinamiento —para quienes tengan la oportunidad, claro está— es que muchísimas de nuestras actividades diarias podemos realizarlas desde casa. Una muy buena noticia para aplicaciones como Didi Food o plataformas como Amazon.
Sin embargo, ¿de qué manera los negocios llegarán a su público objetivo? ¿Bastará con realizar estrategias tradicionales de relaciones públicas? ¿Habrá un mayor acercamiento a las estrategias digitales? ¿De qué manera los negocios convencerán a sus clientes de que sus hábitos de consumo son seguros y no implican un riesgo para la salud?
Ante todo, la primera respuesta a estas preguntas es de índole ética. Porque no es lo mismo tener una librería que tener un restaurante o un bar, donde el riesgo de contagio es mayor. Y es a esto a lo que debemos avocarnos todos: empresas, agencias de relaciones públicas, agencias de medios, agencias de publicidad, agencias de marketing digital…
En segundo lugar, las redes sociales son la respuesta. Quizás ya lo sean desde hace tiempo, pero en esta ocasión a las agencias no les bastará con pautar y segmentar para llegar a un target. Son tiempos de cambios profundos y ello requiere el uso de la creatividad. Porque esta vez no sólo tendremos que enamorar al consumidor del producto o del servicio: ahora también tendremos que convencerlo de que consumir es seguro. No veo, por ejemplo, cómo es que después de una crisis sanitaria la gente tendrá ganas de ir a un bar o a un cine o a un teatro o a un concierto.
Por eso será necesario estimular la creatividad para organizar dinámicas o estrategias que eviten pérdidas más profundas. Pienso en los “autoconciertos” que ya se han organizado en el mundo y que están próximos a iniciarse en México gracias a la unión de promotoras de espectáculos como MH Music Live, Rock Show Entertainment, Switch it, Meximm Mexico International Music Market, Blu2 Entretenimiento, Wild Side Press y Capital Nation. El autoconcierto se realizará el próximo 7 de agosto en el Foro Pegaso de Toluca.
En realidad, nadie sabe si tendrán éxito o no. Pero a eso me refiero con que será necesario arriesgarse. No hay otra forma de enfrentar la incertidumbre más que con la temeridad. Las empresas y sus agencias tendrán que encontrar la forma de seguir activos con la menor cantidad de contacto físico posible. En suma, ser una aldea global en la que clientes, empresas y agencias convivan en espacios virtuales, pero que la experiencia no se quede en un like o un fav, sino que se traduzcan en ventas y una interacción verdadera.
Recordemos que las estrategias de comunicación y RP ahora más que nunca son necesarias para generar ese reconocimiento de marca que perdieron en este encierro. Es necesario que las empresas entiendan que invertir en relaciones públicas hoy es casi una obligación porque muchas tendrán que darse a la tarea de enarbolar las bondades de sus productos y servicios tras tantas semanas de encierro.
¿Habrá espacio para las relaciones públicas tradicionales? Sin duda. ¿Será necesario complementarlas con estrategias creativas 360° para ser más precisos a la hora de llegar al público objetivo? Definitivamente. No veo otro camino.
Partamos de esa premisa de que el consumidor de hoy tiene miedo de contagiarse. Ya sea para pedir una hamburguesa de Burger King por Uber Eats, ir a un autocinema o comer en un restaurante al 30% de su capacidad. El riesgo no se irá y el motivo de compra tendrá que ser mucho más grande que antes. La tarea de las agencias será agrandar ese motivo: volverlo no sólo atractivo, sino indispensable e incluso socialmente responsable. Se vienen tiempos difíciles, sin duda, pero también grandes transformaciones. Aprovechémoslas.