El mercado de fast food retail ha basado gran parte de su éxito en el desarrollo de estrategias que ayudan a estas marcas a relacionarse de mejor forma con el consumidor, mediante experiencias o con productos adaptados al contexto comercial en el que se encuentran.
Desde esta adaptación, las marcas de esta industria han sido capaces de convencer al consumidor a partir de productos que han logrado establecerse en el interés del mercado, desde acciones que cada vez se determinan por generar experiencias en la industria, hasta tendencias de consumo de alimentos, que están ampliamente determinadas por los estilos de vida y la interacción que buscan los usuarios con las marcas mediante conceptos de salud, bienestar o temporalidad.
Esto ha obligado a las marcas a centrarse en el consumidor y sus intereses, con una serie de acciones integrales que han buscado extender el papel de las marcas a nuevos segmentos como los que explican la oportunidad de las marcas, al diversificar su oferta con alimentos balanceados o temporales, en sintonía con momentos determinados por el consumidor.
Dentro de mercados como el estadounidense, AYTM descubrió que entre las razones que tenían los consumidores para comer comida rápida estaban el que era conveniente, barata, simplemente les gustaba y por el hecho de que no había otras opciones de consumo.
Como parte de estos estudios, Cint realizó uno en el que descubrió que la mayoría de los mexicanos encuestados (47.3 por ciento) consumía comida rápida, de una a tres veces por semana.
En medio de este contexto llama la atención un conclusión trascendida por Stifel, en donde advierte que cambios drásticos en el menú, mejoras en el servicio, el diseño de tiendas y la implementación de tecnología en la relación con el consumidor, han sido elementos que han prolongado el éxito comercial de cadenas como Starbucks, Domino’s Pizza y Taco Bell.