El método, la fórmula y definición del contenido sigue siendo lo mismo: Lo que es contenido es información útil y relevante para quien lo usa. El mejor contenido es el que se usa fácil, se entiende fácil y se disfruta fácil. Mucho tiempo vengo ya avisando que el contenido cada día será más valioso, por ser único, relevante y ser un buen resultado de la filtración entre tanta hiper-información que existe en nuestras diferentes realidades y vidas digitales.
Por esto mismo. Hoy en día, el buen contenido será mucho más valioso que el Bitcoin o cualquier moneda digital. Su valor monetario también crece todos los días. Todo esto se explica con mucha claridad con la genealogía de una marca que muchos de nosotros conocemos: Netflix. Todo comenzó en 1997, hace ya veinte años, cuando Marc Randolph y Reed Hastings rentaron la película Apolo 13 en Blockbuster y después cuando regresaron a rentar otra película, les cobraron más de 40 dólares como comisiones por regresar la cinta más tarde de lo acordado.
Les estaban cobrando mucho más por comisiones y gastos administrativos que por el contenido mismo. Y con este inconveniente e insatisfacción surgió Netflix. Una marca de contenido, con contenido y por el contenido mismos. Empezaron antes que nadie. Bluckbuster no fue capaz de entender su visión ni propuesta de nuevo negocio, ¿Cómo sería posible rentar una liga de streaming y no una cinta magnética? ¿Cómo almacenar tanto contenido en un portal de Internet? ¿Cómo cobrar tan poco dinero cada mes por rentar todo lo que quieras? Era una locura imposible. Prepotente y pretenciosa. Simplemente imposible.
Pues lo fue y esa locura revolucionó en cinco años la comercialización digital y la visión global del contenido. Desde ese entonces el contenido se convirtió en un protagonista importante de nuestras vidas online y offline. Desde aquí ya no existiría retorno. El origen se perdió y todo se volvería destino.
Al principio del éxito, todos sumaron sus contenidos a Netflix. Nadie no quería dejar de ser visto en la novedosa plataforma. Pero poco a poco todos los generadores de contenido entendieron la fórmula y se preguntaron a si mismos, ¿Y si yo creo mi plataforma para vender o rentar mi propio contenido? ¿No ganaría más dinero? Así es. Marcas con gran capital universal de contenido como Disney anuncian que a partir de 2018 saldrán de la plataforma de Netflix para vender y rentar de forma autónoma su contenido y así generar más facturación.
¿Qué pasará con Netflix? Pues que sus socios de contenido poco a poco lo irán abandonando para crear su plataformas propias y sólo quedarán sus producciones, creadas y diseñadas en contenido por Netflix. Ya no será tan buen negocio como antes y el contenido, el verdadero contenido que nos gusta a todos de forma diferenciada seguirá incrementando su valor cada minuto.