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Las medidas que se están aplicando ahora en Pekín contra la COVID-19 todavía no alcanzan la severidad de las de Wuhan
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Sin embargo, por la densidad poblacional en la capital de China, las autoridades reconocen que el control podría ser difícil
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En zonas consideradas de alto riesgo en la ciudad, como mercados, está totalmente prohibido salir de casa
El progreso de la COVID-19 por el mundo ha seguido un patrón bastante claro, afectando cada región del mundo de forma escalada. Como surgió en China, Asia fue el primer continente que tuvo que lidiar con los efectos de la pandemia. Luego fue el turno de Europa y Estados Unidos (EEUU). Ahora mismo se encuentra creciendo en América Latina y África, mientras el resto del mundo parece recuperarse. Pero parece que la enfermedad está lista para dar otro recorrido.
Y es que, de acuerdo con CNN, ya desde hace unas horas se volvió a declarar un estado de emergencia máxima en Pekín, la capital de China. El pasado 12 de junio, por primera vez en dos meses, se registraron nuevos casos de COVID-19 en la metrópoli, indicando un posible regreso del mortal virus. La situación ha forzado a las autoridades a tomar medidas radicales e inmediatas, similares a las de tiempos de guerra, para evitar otra crisis sanitaria en el país.
Decir que se están tomando medidas militares para combatir este nuevo posible brote de COVID-19 en China no es una exageración. El gobierno de Pekín ya reanudó las estrictas medidas de confinamiento e inició una masiva campaña de pruebas entre sus ciudadanos. A la vez, de acuerdo con el New York Times, canceló más de mil 200 vuelos locales y globales. Y un sinfín de escuelas detuvieron operaciones para evitar exponer a la población más joven.
La amenaza permanente de la COVID-19
El caso de Pekín se une al de otros países y regiones que sufren rebrotes durante la reapertura de actividades. Corea del Sur desde hace semanas que está lidiando con un posible segundo pico de infecciones, aunque el control de la COVID-19 al inicio fue de los mejores del mundo. En EEUU, marcas como Ford también han reportado una serie de casos entre su personal de vuelta en el trabajo. Incluso en México ya se sabe cuándo podría ocurrir este repunte futuro.
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La situación de China pinta un panorama devastador para el resto del mundo. A lo largo de los últimos meses, se ha observado muy de cerca el desempeño de varios países ante la actual crisis sanitaria. Y cada uno de los acercamientos parece ser fallido. Nueva Zelanda dejó que la COVID-19 corriera libre, apostando por la inmunidad de rebaño, y tiene una tasa de muertos mucho más alta que sus vecinos. En China, sus estrictas medidas no pudieron matar al virus.
Y en las democracias occidentales, como EEUU, Europa y México, el público está logrando extender el ciclo de la pandemia y sumando cada vez más casos de infección. Parece que en realidad no hay una salida sencilla a esta crisis sanitaria y la mejor apuesta para salir de la COVID-19 está en el trabajo de las farmacéuticas. Algo que, bajo el actual modelo económico, terminará por costarle la vida a millones de empresas y el trabajo a todavía más individuos.
Una pandemia económica
Si bien la cuarentena estricta e indefinida parece ser la única arma que asegure la vida de toda la gente, los pocos meses del Gran Encierro ya tuvieron un efecto devastador en la economía. Solo en México, durante el pico de la COVID-19, se perderían millón y medio de empleos. Las marcas que presuntamente ganaron con la crisis, como Xbox, parecen ya estar perdiendo a sus nuevos clientes. Y aún con la reapertura, demasiadas cadenas continúan con despidos.
A una escala macroeconómica, las pérdidas continúan acumulándose. El Fondo Monetario Internacional (IMF) también confirma que las tasas de desempleo están alcanzando niveles muy por encima de los máximos históricos. Por su lado, PwC señala que en prácticamente todas las industrias y sectores productivos se han elevado los costos, pero la productividad va a la baja. Y varios estudios reafirman que la única solución es no escatimar en gastos y ágiles.