Por: Camila González
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Y seguimos con el tema de cómo la tecnología nos ha “idiotizado”, aunque sépase que no es mi intención no reconocer sus enormes otras bondades. Yo pensé que no iba a haber solución para la obsesiva manía de no despegar los ojos de las pantallas, cualquiera que sea. Pero ahora resulta que sí, que hay algunos genios buscando la forma de “ayudarnos” a volver a ser libres de las teclas y los likes.
Un par de estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), Robert R. Morris y Dan McDuff, se inventaron un software especial para combatir la adicción a Facebook. Tal como lo oyen, el Pavlov Poke es un teclado que, con descargas eléctricas, aleja al usuario de la pantalla.
Este sistema puede ser un acierto para esta humanidad cada vez más presa de observar todo el día la vida de los demás. Se adhiere al teclado del computador y se coloca debajo de la muñeca del “facebooknómano”. Cada vez que el “adicto” pase demasiado tiempo en Facebook, el dispositivo envía un aviso antes de hacer la descarga eléctrica. La coordinación entre el mecanismo y el tiempo invertido en la red social requiere de una conexión por USB y un software que monitorea la navegación del usuario.
Uno de sus creadores argumenta la invención de su “pequeña tortura” al decir que la idea es que el choque les advierta que están perdiendo el tiempo y se concentren en sus labores. Según parece, este personaje gastaba 50 horas semanales en esta red social. Perdón, ¿50 horas semanales? Se le iba la vida, literalmente.
El nombre de este instrumento contra la pérdida de tiempo se puso en honor al científico Ivan Pavlov, Nobel de Medicina, quien desarrolló la Ley del reflejo condicionado, esa que probó que tras un estímulo los animales salivan cuando la comida todavía no ha llegado a su boca.
Es que no es cualquier cosa lo que trata de combatir este sistema. El asunto es grave. Una investigación de la Universidad de Chicago reveló que Facebook y Twitter son hoy más adictivos que el cigarrillo y el alcohol. ¡Qué miedo! Resistir la tentación de visitar las redes sociales para ver las actualizaciones del perfil es más difícil que rechazar una bebida o un cigarrillo.
No tarda en aparecer “facebooknónamos” anónimos o “twittcólicos” invencibles. Yo, por lo pronto les confieso algo. Hace unas noches me hice el firme propósito de vida de que cuando me descubra lista a desbloquear mi teléfono para ver “nada” en el muro de los otros, me prometo a mí misma mover la mano y tomar de mi bolsa un libro… o empezar a meditar.
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