Por: Joel Gómez
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Durante 18 años de ejercicio profesional me ha tocado revisar muchos contratos, casi siempre estando del lado de la empresa, la cual contrata tanto con clientes como con proveedores. Aunque es válido afirmar que no hay dos contratos iguales, también puedo decir que muchos se parecen.
Lo más triste es que llegue a tu escritorio un contrato de una empresa que busca contratar a la tuya como proveedor de productos o servicios, y te encuentres un contrato “no firmable”. Las razones pueden ser diversas:
- Las obligaciones exceden a la naturaleza del contrato (por ejemplo, vendes computadoras y tu cliente te dice: “además de venderme la computadora, te obligas a cerciorarte que yo tengo permiso para usarla bajo cualquier ley que pueda regular el uso de computadoras”). Si tu vendes un producto lícito, tu obligación es venderlo y cumplir con la garantía. No eres asesor legal ni fiscal para cumplir con otras obligaciones ajenas al espíritu del contrato. No aceptes obligaciones que no estén relacionadas con el objeto principal del contrato.
- Las consecuencias del incumplimiento son muy onerosas, y a veces absurdas (por ejemplo: “si incumples en los tiempos de entrega de un equipo, como pena convencional se aplicará el pago del valor total de la orden”). En la vida de los negocios hay altibajos, por lo que a veces existen dificultades imprevistas que pueden afectar los tiempos de entrega de un producto o servicio. Se razonable, no exijas más allá del 10% o 20% del valor total de la orden, y si se da un incumplimiento que la pena sea en razón de el o los productos o servicios no cumplidos en tiempo, no sobre el total de la orden. Con ese porcentaje puedes “lastimar” lo suficiente al proveedor para que no vuelva a quedarte mal (aprenderá la lección), pero si lo castigas con el 100% de la orden no volverá a querer hacer negocios contigo y tal vez él sea tu única o tu mejor opción en el mercado.
- Existen obligaciones colaterales que van más allá de lo razonable (en un contrato de compraventa, por ejemplo: previo a la entrega de los bienes, el comprador podrá conducir una auditoría en la planta para constatar que todos los artículos están fabricados bajo los más altos estándares de calidad. También estará obligado el proveedor a entregar una lista de todos sus trabajadores y copia de las constancias de pago de sus derechos laborales). No aceptes obligaciones que vulneren tu independencia y la privacidad de tu entorno laboral. La injerencia de terceros en el desarrollo de tus actividades solo se puede dar en situaciones plenamente justificadas, y debe ser de manera aleatoria, nunca permanente. Y si se da una auditoría, te pueden dar sugerencias, no órdenes. Si te piden comprobantes de cumplimiento de algún tema laboral, ponlos a su disposición en tu oficina, no los entregues en copia pues podrías estar violando la ley de protección de datos personales. Jamás aceptes compartir información de tus empleados.
- Las garantías exigidas suelen encarecer el precio del contrato, y a veces incluso hacen imposible su obtención. ¿Contratas el servicio de limpieza por $30,000 pesos al mes y le pides al proveedor una fianza de $1,000,000 de dólares? Además, ¿le pides que contrate una póliza de seguro de responsabilidad civil por una cantidad similar? Si no ahorcas al proveedor, lo único que provocas es encarecer tu propio contrato, pues esos costos de fianzas y seguros es muy probable te los trasladen al precio del contrato.
- Falta de reciprocidad en las obligaciones. ¿Pides cláusula de confidencialidad unilateral (solo tu proveedor se obliga a guardar el secreto)? ¿impones cláusulas penales para sancionar al proveedor en caso de entrega tardía pero tú no te obligas al pago de intereses en caso de que te demores en pagar las facturas? ¿pides a tu proveedor que cumpla con deberes “especiales” (ambientales, crediticios, laborales, anti-corrupción, de privacidad y/o seguridad de la información) pero tú no te obligas a cumplir con los mismos? A todas luces resulta leonino un contrato en donde la gran parte de las obligaciones recaen en una sola de las partes.
Si eres de las empresas que suelen pedir esto a sus proveedores, piensa si estás contratando en realidad a un proveedor o a un esclavo. Los proveedores son tus socios de negocios, trátalos como te gustaría que te trataran a ti tus clientes. Una cadena de contratos con peticiones irrazonables, injustas y absurdas, solo genera retrasos importantes en la celebración de negocios, e inclusive puede impedir tu habilidad de contratar. Siempre habrá proveedores hambrientos dispuestos a denigrarse y aceptar cualquier clase de exigencia en un contrato, ellos son los peores, pues si están dispuestos a firmar cualquier cosa, seguramente no tienen mucho trabajo.
Es perfectamente normal buscar garantías y niveles de servicio en un contrato (cuyo incumplimiento suele ir acompañado de sanciones económicas), pero para todo hay un límite. Busca la seguridad que necesitas sin ahorcar a tu proveedor con requisitos y exigencias que tú mismo no estarías dispuesto a aceptar de un cliente.
Para que los negocios puedan fluir es necesario buena voluntad y confianza entre todas las partes involucradas. El equilibrio contractual entre las partes es básico para llevar a cabo cualquier negocio. Pide y exige lo que sea justo y razonable para ambas partes.
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