San Diego CA, USA
¿Si te dijera que el 44 por ciento de los adultos con internet en Estados Unidos (según el Aspen Institute Future of Work Initiative) han encontrado ingreso extra en un nueva ola de la economía orientada al “peor-to-peer” me lo creerías?. ¿No?. Créeme, el porcentaje representa a más de noventa millones de individuos que participan diariamente en transacciones to restando servicios a un número igual de solicitadores de una diversidad enorme de necesidades a través de plataformas como: “Instacart”, “Airbnb”, “Lyft”, “TaskRabbit”, “Zirx” y “Caviar’ entre otras, sin mencionar a UBER o “Handy” y “”Postmates” por supuesto.

Estamos hablando de personas de todos lo niveles sociales, raciales, culturales, económicos y generacionales posibles, dispuestos a poner su mejor cara, casa y auto, en aras de una mejor vida proveída por la era digital.
Claro, estoy hablando de USA pero, ¿cuánto tiempo pasará para que la gente como tú y yo en economías del mundo con diferente niveles de desarrollo admitan y beneficien este intrusivo y desaforado fenómeno en su vida cotidiana?.

Las personas quieren trabajar por su cuenta, en su propio tiempo y a su manera. Quieren ser productivos y activos y están dispuestos a compartir su tiempo, su auto y su casa para lograr esto. Los jóvenes de hoy, ¡perdón, las personas de cualquier edad de hoy!, ya no creen en los sacrosantos y acartonados sistemas empresariales de la era industrial. Horarios, esquemas, control y estructuras de descuento de dinero de corruptos sindicatos, de anquilosadas instituciones y avejentadas empresas que les merman su ingreso real.

Según “Time Magazine”, los números de este fenómeno son de este tamaño:

Del 44 por ciento expresado y convertido en un 100 por ciento, 42 por ciento son usuarios mientras que un 22 por ciento son proveedores y usuarios.

Las cifras se dividen así:

En cuanto a traslados en auto de terceros, 22 por ciento son usuario mientras que un 10 por ciento son proveedores y usuarios.

En cuanto a compartir habitación o casa entera: 19 por ciento son usuario mientras que un 9 por ciento son proveedores.

Por lo que respecta al uso de plataformas de servicio, 17 por ciento son usuario mientras que un 11 por ciento son proveedores y usuarios.

En cuanto a renta de autos P2P, 14 por ciento son usuario mientras que un 6 por ciento son proveedores. Y, finalmente, hablando de las personas interesadas en la entrega de comida y bienes, 11 por ciento son usuario mientras que un 7 por ciento son proveedores y usuarios.

La estructura y los contratos sociales que definen la manera en que hoy trabajamos en las empresas, vienen de la Edad Industrial europea; de cuando los nobles europeos adinerados del siglo 19 ya no pudieron entender las inquietudes y satisfacer las quejas de sus sirvientes con simples dádivas y reprimendas, se creó en contrato laboral que, ante la iniquidad social reinante mencionada por Charles Dickens en tantos de sus libros, desarrollaron “El Contrato laboral” que no era más que una relación dos grados más arriba que la situación de esclavitud que reinaba entonces.

Time Magazine publica en su revista de este enero 2016, que la sociedad Norte Americana expresa hoy en día una sensación de gratitud y apreciación hacia la nueva economía P2P y lo hace en el orden del 71 por ciento de aceptación y la desaprueba en un 2 por ciento.

No cabe duda, la revolución digital destrona a la revolución industrial habiéndose brincado, de paso, a la revolución informática. Harían bien los empresarios y, sobre todo, los anacrónicos sindicatos latinoamericanos y los gobiernos corporativistas, en ver esta inminente tendencia social-laboral misma que puede poner en riesgos sus bases sociales y sus ingresos. Harían bien los gobiernos ciudadanos en entender y regular con criterio futurista y abierto quitando sus decimonónicas sanciones cerradas y absurdas ante tenencias que, en el mediano plazo, acabarán por destronar sus mediocres estructuras sociales. ¿O no?