Las historias alrededor de las marcas siguen llamando la atención en las redes sociales. Un ejemplo es una futura madre que aseguró que tomó un almuerzo saludable de Costco de camino al hospital y, como resultado, le quitaron a su recién nacido.

De acuerdo a datos de Statista Costco registró un aumento anual en sus ventas netas globales de 222,7 mil millones de dólares estadounidenses para el 2022. En ese sentido, la marca estadounidense se ha hecho un nombre en todo el mundo como un minorista mayorista solo para miembros con tiendas estilo almacén. Asimismo, el principal competidor de Costco, es Walmart, que según datos todavía eclipsa a la compañía en términos de números absolutos.

Consumió una ensalada de Costco durante el embarazo esto pasó

Y es que la saga distópica se desarrolló después de que Susan Horton, una ama de casa del norte de California, Estados Unidos, comiera algunos bocados de ensalada preparada de Costco mientras se preparaba para dar a luz a su quinto hijo en agosto de 2022.

Luego se puso de parto y pronto dio la bienvenida al mundo a su hija, Halle. Horton creía que todo había ido bien. Sin embargo, a la mañana siguiente, recibió una noticia impactante de una enfermera de la sala de maternidad: había dado positivo en opiáceos.

Habiendo evitado cualquier analgésico narcótico durante el parto, la madre exhausta estaba completamente confundida, le dijo a Mother Jones.

“¿Estás seguro de que era mío?” —cuestionó a la enfermera, insistiendo en que nunca en su vida había consumido una droga ilícita.

Al principio, Horton especuló que su muestra de orina podría haberse mezclado con la de otra persona.

Luego recordó que su última comida contenía semillas de amapola, que se sabe que contienen trazas de residuos de opiáceos de forma natural, incluso después de procesarlas.

Los resultados positivos después de consumir estos utensilios culinarios son tan comunes que el Departamento de Defensa de Estados Unidos, ha advertido a los soldados que no coman semillas de amapola, señalando que podrían afectar los resultados de las pruebas.

También se ha descubierto que las pruebas de detección de drogas en orina se malinterpretan fácilmente, con tasas de falsos positivos de hasta el 50 por ciento, según múltiples estudios.

Pero el personal del hospital Kaiser Permanente en Santa Rosa, California, estaba decidido a agravar la situación, informó el medio.

Las enfermeras informaron del hallazgo a Bienestar Infantil y pronto llegó un trabajador social para poner a la niña bajo custodia protectora.

“Tenían una prueba singular de que yo había tomado algo”, relató Horton, agonizante. “Y estuvo mal”.

“Mamá y papá insisten en que la responsable es una ensalada Costco con aderezo de semillas de amapola”, escribió un médico en sus notas. Otro médico escribió: “No podemos verificar si esto podría resultar en una prueba positiva”.

Después de que una segunda prueba dio positivo para este opiáceo, la situación se agravó.

La ley de California, a diferencia de muchos otros estados, requiere algo más que una prueba de drogas positiva para acusar oficialmente a un padre de abuso infantil.

Desafortunadamente, Horton había faltado a varias citas prenatales, debido a preocupaciones sobre el COVID-19, así como a una situación médica con uno de sus otros hijos, explicó la madre perturbada.

Debido a que los proveedores consideran que los chequeos omitidos son una señal de alerta de abuso de drogas, una trabajadora social del hospital decidió seguir adelante con su caso.

“Siempre tengo la sensación de que en cualquier momento los Servicios de Protección Infantil podrían venir a llamar a mi puerta y llevárseme a mis hijos”. dijo Susan Hortón.

Asimimso, Horton y su esposo suplicaron a los médicos e insistieron en que mantener a su bebé en el hospital era innecesario.

“No soy una drogadicta”, afirmó. Su esposo llamó a la policía en un esfuerzo por detener el hospital, según muestran los registros inspeccionados por Mother Jones.

Sin embargo, las cosas se torcieron aún más cuando los enfurecidos padres se negaron a permitir que los investigadores inspeccionaran su casa o entrevistaran a sus familiares y amigos.

Entonces, el asistente social de la pequeña Halle obtuvo una orden judicial y entregó el precioso paquete a sus abuelos, prohibiéndoles expresamente a los padres pasar tiempo a solas con su nueva hija.

Horton llegó al tribunal varios días después cuando el asistente social afirmó que el presunto uso de drogas de Horton representaba un peligro para su hijo.

En un esfuerzo por recuperar la custodia, Horton accedió a someterse a otra prueba de drogas, que fue supervisada por un trabajador, y a que finalmente inspeccionaran su casa.

Después de casi dos semanas, la agencia de bienestar infantil, aparentemente ya satisfecha, decidió retirar su petición. Un juez desestimó el caso y la familia se reunió.

Kaiser Permanente, el empleador privado más grande del estado, dijo a The Post que “se esfuerzan por crear un diálogo abierto con nuestros pacientes para colaborar con ellos en su atención” y “siguen comprometidos a apoyar la salud y el bienestar de cada madre y recién nacido”, incluyendo tomar “muy en serio” su papel como informantes obligatorios.

“Tenía mucha confianza en cómo soy madre y madre”, le dijo Horton a Mother Jones. “Ahora, en mi cabeza, siempre estoy cuestionando mis elecciones”.

“Siempre tengo la sensación de que en cualquier momento [los Servicios de Protección Infantil] podrían venir a llamar a la puerta y llevárseme a mis hijos”.

Curiosamente, Horton no es la primera madre a la que le quitan a sus hijos por este tema.

Los organismos de control, incluida la ACLU, han estado investigando el problema durante años y han pedido mejores protecciones para las madres y sus hijos.

“La gente debería preocuparse”, dijo a Mother Jones el Dr. Stephen Patrick, destacado investigador neonatal que preside el Departamento de Política y Gestión de la Salud de la Escuela Rollins de Salud Pública de Atlanta.

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