Por Alvaro Rattinger
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Empiezo este año con una columna que busca cambiar –aunque sea un poco– las prácticas que nos dan mala reputación en una entrevista laboral. Los mercadólogos tenemos una responsabilidad importante como profesionales, nuestra reputación está ligada al éxito de las marcas que representamos, pocas profesiones tienen esa característica. Si una marca es exitosa en el mercado tendremos una mejor posibilidad de avanzar dentro de nuestra industria, para los directores y ejecutivos de cuenta en agencias de publicidad queda claro que manejar bien un cliente redunda en un futura contratación favorable.
El puesto de mercadotecnia tiene muchas ventajas y es fuente de satisfacciones personales de importancia. Llevar una marca requiere un nivel de profesionalismo importante, debemos ser los primeros en llegar y los últimos en salir, somos observadores de los productos en promociones, mystery shoppers y usuarios de nuestras propias líneas de atención al cliente. El trabajo de marketing implica ser el primer consumidor de tu propia marca. Por estas razones es indispensable desempeñar un código de ética impecable y esto comienza con la entrada a una empresa.
En mi experiencia dentro de la industria he detectado prácticas profesionales en las entrevistas de trabajo que me parecen lamentables, es cierto que no están limitadas a nuestra profesión; sin embargo, en esta columna me preocupo por nuestro jardín y no el del vecino.
El proceso de contratación invariablemente implica una entrevista personal, es importante presentar una imagen consistente con el futuro. Me parece que la primera impresión vale mucho, debemos esforzarnos por llegar lo mejor vestidos a la entrevista. Se me ha dicho en más de una ocasión que doy demasiado peso a este tema, no coincido. Estar impecable en un primer acercamiento dice mucho de una persona, su autoimagen y el nivel de atención al detalle. Por supuesto, al ganar el empleo se espera que ese parámetro se mantenga, favor de no crear expectativas que no se tenga intención de cumplir.
Una vez que la primera impresión se logra, entregar un resumen curricular es el siguiente paso. Favor de no entregar un USB o decir “te lo mandé por email” Es imperdonable no traer el documento, una sola hoja, clara, concisa y bien redactada. La creación de CVs es todo un arte y no entraré en detalles, pero las faltas de ortografía son inaceptables. Al llegar a la entrevista de trabajo se debe saber lo más posible de la empresa y persona que entrevista, de esa manera la conversación será más relevante.
Me parece que el problema más grave es mentir en entrevistas de trabajo, esta práctica es la raíz de muchos problemas. Entiendo perfectamente que a todos nos puede dar un poco de “nervio” entrevistarnos y que con el afán de sacar el empleo “maquillamos la verdad” Esta práctica es muy mala idea, en toda relación personal se debe comenzar por la verdad. El propósito de una entrevista laboral es detectar tres grandes temas: compatibilidad con la empresa, capacidades y filosofía profesional. Comenzar con deshonestidad sólo distorsiona el proceso. Es mejor admitir debilidades que inventar que se tienen ciertas aptitudes, en especial si hablamos de marketing digital, no es lo mismo haber visto un panel de google analytics que saber crear tags para seguimiento de campañas. El problema –desde la óptica de un servidor– es que en nuestra cultura existen tres niveles en deshonestidad: hacerse menso, mentir y mentirilla piadosa. La mejor estrategia es ser honesto de lo que se sabe hacer. Si no eres capaz de llegar a tiempo al trabajo no contestes que eres puntual, tampoco digas que trabajas en equipo y disfrutas de orden si no lo vas a hacer.
No olviden que nuestra reputación comienza a construirse en la entrevistas de trabajo, la transparencia, puntualidad profesionalismo son la mejor tarjeta de presentación.