El posicionamiento y la construcción de una marca no son el resultado de una serie de iniciativas que diseñó una empresa de manera arbitraria y que fueron transmitidas hacia un tercero, que las asumió sin cuestionamiento alguno.
Estos elementos deben sustentarse en la credibilidad, cercanía y transparencia que seamos capaces de trabajar de adentro de las organizaciones hacia afuera y que conformarán la promesa de valor que entregaremos a nuestro cliente.
Nunca debemos olvidar que una estrategia de marca efectiva es consecuencia de un modelo integral de negocio basado en el cliente; entender y generar una respuesta asertiva hacia el mercado favorece el cumplimiento inmediato y personalizado de las necesidades de los consumidores, generando relaciones sostenibles que perduren en el tiempo.
La empatía con el cliente parte de conocerlo y de entender el entorno del mismo, ya que un insithg se vuelve aún más poderoso dentro de un contexto previamente identificado y estudiado.
Por ello es relevante direccionar esfuerzos para analizar los distintos ámbitos y factores que influyen e interactúan entre la marca y los diferentes grupos de interés, lo que también nos ayudará a anticipar las variantes que pudieran presentarse y que modificarían los patrones de conducta y de compra.
Una vez que conocemos a nuestros clientes, podemos pasar a la credibilidad, otro de los criterios clave al diseñar, implementar y evaluar las estrategias y soluciones de mercadeo. Debemos asegurarnos que los productos y servicios cumplan de forma clara con las expectativas que difundimos ante el mercado meta.
La gestión del engagement es otro generador de sinergia, ya que el talento interno de la compañía puede ser el principal embajador de la marca, siendo interlocutor directo e indirecto con el cliente y propiciando una mejor articulación de la omnicanalidad en los distintos puntos de contacto.
Es por esto que tanto los colaboradores, como los proveedores, canales de venta y todos los involucrados en la cadena de distribución de la compañía, debemos vivir los valores, compartir los mensajes clave y conocer el genoma de la marca. Además, debemos estar conscientes del nivel de contribución que aportamos cada uno de los elementos a la experiencia de compra, porque sólo de esta manera sabremos que, así como podemos levantarla, también podemos tirarla.
El mundo moderno y sus tecnologías nos presentan también un sinfín de herramientas que nos permiten una interacción directa con nuestro mercado objetivo. De ahí la trascendencia de las redes sociales y su adecuada gestión, porque son el perfecto escaparate donde las marcas tienen la oportunidad de consolidar su dinamismo y cercanía hacia el consumidor.
Gracias a este medio, la comunicación entre la marca y mercado se vuelve trasversal, logrando no sólo escuchar al cliente, sino también conocerlo, entenderlo y fidelizarlo.