Pareciera que últimamente las compañías más innovadoras no inventan nuevos productos, sino que conectan productos y servicios existentes con consumidores que requieren de ellos en el momento adecuado y al precio correcto. Lo anterior causa problemas a los modelos viejos de negocio. Ejemplos hay muchos:
Airbnb: Reservaciones privadas para estancias en 34,000 ciudades de 190 países
MeetUp: Emplea el internet para que personas con intereses comunes se reúnan offline
Eatwith: Puedes comer en casa de una familia en 90 ciudades de 32 países
Shiftconnects: Reservaciones de cualquier vehículo eléctrico en Las Vegas vía suscripción
Uber: El chofer privado de todo el mundo por excelencia
Lift, Fitmob, Feastly, Udemy, etc.
Esta nueva economía compartida en donde una plataforma tecnológica conecta a un usuario de un servicio, con un proveedor, la mayoría de las veces siendo este último una persona física, puede poner en problemas a los reguladores de múltiples ciudades en donde los beneficios son muy grandes (tales como atraer turismo que no podría de otra manera pagar una noche de hotel digamos en NY, o ayudar a un estudiante a pagar sus colegiaturas manejando su propio auto en sus ratos libres), pero los riesgos probables son mas visibles para las economías cerradas a la competencia, en donde los pagos por concesiones son la norma.
No parece haber una manera fácil de controlar servicios innovadores constantemente demandados por consumidores cada vez más educados, acostumbrados cada vez más a usar su smartphone para obtener lo que quieren. No parece haber argumentos ni razones para detenerlos, aunque haya muchos a quienes no les guste, sólo parece quedar el ser cada vez más competitivos, accesibles y encontrarse en el lugar indicado al precio correcto para no ser aplastados por la economía compartida y los servicios sobre demanda.