Desde hace mucho tiempo, la industria es consenciente que la mejor publicidad es aquella que no tiene como objetivo prioritario vender. Los repetitivos y monótonos spots de televisión o radio centrados en demostrar y comunicar los beneficios únicos de cada producto que dieron forma a la industria publicitaria en los años pasados quedaron -con sus excepciones- atrás.
En esta línea, en respuesta a la evolución del propio consumidor, la comunicación comercial ha tomado caminos distintos, que se han visto impulsados por las nuevas dinámicas de interacción entre marcas y consumidores que los avances tecnológicos trajeron consigo.
De acuerdo con los hallazgos de un reciente estudio presentado por Zenith Media, en el terreno digital, los usuarios sólo tienen oportunidad de ver 4 de cada 10 anuncios, mientras que si de prestar atención se trata las cifras indican que las audiencias demuestran interés únicamente por 2 de cada 10 ejecuciones publicitarias.
Para las marcas y agencias el reto es claro. Los formatos convencionales de publicidad no son suficientes para mantenerse en la mente del consumido y conquistar su bolsillo. Aunque esta no es una premisa nueva en la industria, es cierto que hablamos de un cambio de visión de está en proceso de adaptación y aceptación, dentro del cual quizá lo más complicado es entender que la publicidad más efectiva es aquella que no vende.