Es cierto que ahora mismo las tecnologías y la apertura del sector financiero ha hecho posible que cualquier persona desde la comodidad de su sala pueda realizar una inversión.
Atrás quedaron los tiempos en los que esta actividad estaba cerrada los hombres de traje de Wall Street, con lo que las intenciones de invertir para mejorar los ingresos y condiciones financieras tanto personales como empresariales se han hecho evidentes.
Una estimación del Bank of America arroja que entre diciembre de 2020 y abril de 2021, más capitales entraron a fondos basados en valores bursátiles globales que en los previos 12 años.
Tres tipos de estrategia de inversión
Si bien las facilidades para invertir están al alcance de un clic, es cierto que adentrarse a este terreno sin una estrategia será un claro error.
De esta manera, una estrategia de inversión permite navegar con mayores garantías de éxito sobre las condiciones cambiantes del mercado. En términos generales se trata de un plan de acción en el que se requiere determinar tres aspectos básicos:
- Un objetivo: ¿Cuál es el fin de cada inversión?
- Dirección: ¿Cuál es la tesis general de inversión?
- Medios para llegar: ¿Qué componentes se tienen a mano para lograrlo?
Sin tener claridad en estos tres puntos, cualquier inversión será seguramente un error que se pagará con pérdidas de capital importantes.
Aunado a esto, es justo reconocer que, aunque genéricas, existen tres estrategias de inversión que pueden considerarse:
Inversión de valor
El principio básico de esta estrategia tiene que ver con adquirir un activo cuyo precio está subvalorado (pasado por alto) por el mercado. En palabras coloquiales se trata de una “ganga” y el desafío está en encontrar estas oportunidades en el lugar y momento adecuados.
Este tipo de plan demanda investigar y ser capaz de leer los balances y comprender cómo se relacionan con las perspectivas futuras de la empresa en generar flujo de efectivo.
También requiere ser inmune a cualquier forma de pensar emocional e irracional, ya que la capacidad misma de buscar gangas se basa en la explotación de las irracionalidades del mercado, que han provocado que las acciones se pasen por alto o se pierdan el precio.
Contrario a lo que pueda pensarse, este tipo de estrategia puede ser un desafío, pero resulta ideal para el inversionista que busca el largo plazo y prefiere llevar a cabo menos compraventa de activos en su portafolio.
Inversión de crecimiento
Lejos de buscar una oferta como la anterior, este tipo de estrategia da prioridad a la búsqueda de potencial de crecimiento.
Quienes invierten bajo este plan de acción buscan empresas innovadoras en industrias emergentes de rápido crecimiento, que tienen un fuerte potencial de desarrollo, o que ya cuentan con un aumento de ingresos superior a la media.
Este tipo de inversión tiene siempre el riesgo de confundirse con la especulación. Es crucial tener una lógica empresarial sólida, así como una propuesta de valor que valide la decisión. Se trata de ponerle un precio al futuro con base en el comedimiento correcto de los activos en los que se espera invertir, así como de la categoría en donde se mueven los mismos.
Inversión de impulso
Este tipo de estrategia está alineada con la búsqueda de acciones que experimentan una tendencia alcista, principalmente utilizando señales de indicadores técnicos como las medias móviles de 50 y 200 días, por ejemplo.
Lo que se privilegia es la “tracción” que están generando los activos, para ser vendidos una vez que la tendencia de alza comience a debilitarse. Por definición, es completamente de corto plazo.
Esta estrategia en realidad demanda mucho análisis técnico, ya que es una estrategia de sincronización con el mercado. Sin estas habilidades, es posible que las pérdidas sean importantes tanto en términos de inversión como de oportunidades para invertir.