Por Camila González
@camilaglz
El corazón, multisímbolo, es fuerza a todo nivel, motor que impulsa y recoge, misterioso trozo de músculo del cual se depende. Huellas de la publicidad nos pone sobre la mesa tres spots en los que el corazón protagoniza o redondea el mensaje a la medida exacta. Por instantes, el mismo corazón parece ser el producto mismo del anuncio, pero no, es su necesario y preciso pretexto. Ropa deportiva, un automóvil y un aceite nos hablan de corazón a corazón, atendamos…
Una serie de secuencias sugerentes, imágenes de deportistas en acción, acompañadas por el “bip” de un monitor cardiorespiratorio retrata el impulso del gran músculo del cuerpo y su cotidiano empeño en darnos el máximo para disfrutar la vida. Nike –1998–, hace llave con el corazón para permitir esas jugadas… sin palabras, el anuncio es sencillamente elocuente.
El mismo concepto centrado en el monitor, ya no tanto en su sonido sino en la imagen de la gráfica que certifica el ritmo fundamental del señor corazón, es esta propuesta publicitaria que, halago tras halago al músculo motor, convierte su gráfica en la imagen del entrañable Vocho –1983–. Sensacional. ¿Qué más puedo decir? Con maestría y apelando a la capacidad de asombro la pieza deja al Vocho a la altura de lo emotivo, a ese punto la publicidad corona.
También con corazón a bordo, el aceite de cocina Capullo –1997–, convida a cocinar saludable y a cuidar el bienestar del principal órgano. La cámara dibuja en primer plano un plato de comida que, no sé exactamente cómo, se ve sano, sanísimo, junto a un niño también sano, sanísimo, y no aparece una supuesta mamá que lo cocinó con amor.
Siempre la mamá es la cocinera, qué cosa con los sutiles prejuicios de género…