La primera aplicación de la vacuna contra el COVID-19, el 9 de diciembre, hizo ver a la humanidad una luz al final del túnel, una señal de esperanza para el retorno gradual a la normalidad, o por lo menos a una nueva realidad en la cual puedan realizarse las actividades cotidianas sin el encierro al que la pandemia ha obligado.
Sin embargo, el nuevo desafío es inmunizar a los 7,625 millones de personas que conforman la población mundial. Los retos monumentales que se vislumbran son la producción suficiente de vacunas y la logística e infraestructura para la aplicación de las mismas. Sin embargo, un desafío de dimensiones similares es el de comunicación. La labor de sensibilización de la población es fundamental para que avance el proceso de inmunización de la población que es, por naturaleza, heterogénea en edad, género, niveles socioeconómico y educativo, religión y muchos otros etcéteras.
Haciendo un repaso de los retos que enfrentará la comunicación para facilitar el proceso de inmunización de la población encontramos los siguientes:
- Ignorancia: Un obstáculo importante. Una encuesta reciente en nuestro país reveló que nueve de cada diez personas se niegan a vacunarse contra el COVID-19. Esto se debe a que mucha gente no dimensiona la severidad de la enfermedad o bien cree que tiene orígenes distintos al simple contagio por contacto y hasta considera que la pandemia ha sido fabricada con diversos fines oscuros
- Reticencia: Es un fenómeno complejo en el que intervienen factores sociales, culturales, políticos y personales que dependen del contexto específico, así como del momento, el lugar y la vacuna. El crecimiento de movimientos antivacunas dificulta el logro de coberturas de vacunación adecuadas. Las estadísticas indican que el 20% de la población no tiene confianza o no cree en la efectividad de las vacunas
- Ideológicos: Hay grupos de personas conocidos como “antivacunas”, los cuales, por ignorancia o ideología personal rechazan todo tipo de medicinas alejándolos de una vida saludable por temor a que estas les provoquen ciertos padecimientos, aunque dicha cuestión está comprobada como falsa.
- Lejanía física: En muchos países, como en el nuestro, las grandes extensiones geográficas y dispersión demográfica dificultan el acceso a comunidades alejadas, lo cual dificulta la atención médica en general y por ende la administración de las vacunas
- Rebeldía, machismo: Increíblemente son factores que impiden a mucha gente ser receptivos a soluciones como la inmunización. Mucha gente considera la atención médica, la vacunación y el someterse a disciplinas para cuidar la salud como signo de debilidad
- Desconfianza: El desarrollo de las vacunas es incipiente y por ello no se conoce bien a bien su efectividad y eventuales efectos adversos. En el primer día de aplicación, en la Gran Bretaña, algunas personas presentaron alergias luego de la administración de la vacuna. Además, están en desarrollo otras vacunas contra el COVID-19, cuya administración tendrá otro tipo de efectos indeseados.
- Eficacia de la vacuna: El desarrollo paralelo las vacunas ha mostrado diferente grado de efectividad en cada una de ellas. Además, por razón lógica no se conoce cuánto tiempo de inmunización ofrece cada una de ellas.
- No probadas en niños: Los análisis clínicos se han realizado en población adulta. Se desconoce si las vacunas pueden tener efectos adversos en niños y en personas con diferentes problemas de salud.
- Politización: La lucha por desarrollar primero la ansiada vacuna y dar con ello un mensaje de gran desarrollo en materia de investigación farmacéutica ha revivido luchas por la supremacía entre los países orientales y los occidentales, lo que genera desconfianza, pues puede asumirse que las sustancias no estén probadas suficientemente, en el ánimo de ganar esta carrera.
- Control: En países como el nuestro hay población que no está registrada y ello complicará el recuento de la población que ha sido vacunada y dificultará la revacunación.
- Fake news: la proliferación de fake news en relación con la campaña de vacunación incidirá en la actitud de la población hacia la inoculación, la cual puede ocasionar que se nieguen a recibir la vacuna o que pueda originarse algún movimiento social para exigir que se acorten los plazos para la vacunación o que se altere la secuencia de la misma en atención a prioridades de uno u otro segmento de la población.
La campaña de vacunación debe estar precedida o por lo menos acompañada de campañas de sensibilización y de información bien fundamentadas y adaptadas a cada audiencia. Las campañas generales no funcionan. Debe hacerse un trabajo exhaustivo de segmentación para que la información que contengan las campañas se adecue a las necesidades y expectativas de cada sub audiencia, así como que se haga llegar por medios ad hoc para llegar a las diferentes audiencias. Es necesario que los mensajes sean claros y directos, enmarcados en un programa de difusión permanente, para que logre persuadir a las audiencias.
Las campañas de difusión deben considerar planes de contingencia, porque es previsible que se presenten acontecimientos que pueden incidir en la campaña de vacunación, como falta de efectividad de la vacuna, fallas logísticas en el proceso (las vacunas requieren condiciones especiales de almacenamiento y las metas de administración de las mismas son muy ambiciosas), desórdenes sociales o protestas, actos de corrupción, problemas de abasto, robo de vacunas, criterios políticos que alteren el orden en la administración de las vacunas (en México el 2021 será un año electoral) y otros que surjan en un ejercicio exhaustivo de detección de vulnerabilidades.
Como puede apreciarse, el reto en materia de comunicación se equipara al sanitario y al logístico.