Cuando se trata de comprar ropa, para mí no hay nada mejor que la experiencia presencial: sentir la textura de las telas, que la talla sea la ideal, que no le falte ningún botón y confieso que casi siempre caigo ante los hermosos probadores con espejos gigantescos y luz diseñada para que te veas increíble.
Pareciera que al pedir una prenda por Internet el único riesgo es que no te quede o que sea de menor calidad a la ofrecida en el monitor y terminar siendo protagonista de un meme de “lo que pedí vs lo que me llegó” pero en México, país en el que los criminales encuentran cualquier resquicio para acometer delitos y en el que las autoridades poco, o muy poco, se preocupan por la seguridad de los ciudadanos, eso es lo de menos.
La semana pasada un familiar compró una falda por 6 mil pesos en una tienda, la presumió no sólo porque es muy bonita sino porque también había conseguido pagarla a meses sin intereses. Como seguramente todos, nosotras también fuimos víctimas del espionaje con fines de mercadeo, nos llegó -tras una plática- una súper promoción: la misma falda por mil pesos, por supuesto que entramos al sitio oficial de la tienda Diésel (o eso parecía) e intentamos comprarla no sin antes hacer un reclamo en la tienda por semejante estafa, los encargados nos aclararon que el sitio era falso y que claro, no tenían esos precios.
Estuvimos a punto de caer en una página muy bien hecha cuya única diferencia con la oficial era una pequeña variación en la dirección electrónica. Uno pensaría que ese tipo de fraudes están dirigidos a operaciones financieras, pero no, también al comprar una falda o cualquier otro producto y es muy fácil confundir al consumidor ante la sofisticación de los criminales.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), cada hora se cometen hasta 463 fraudes cibernéticos en operaciones por comercio electrónico y banca móvil, lo que coloca a México como el país con más casos en América Latina.
Además, México tuvo un 2021 muy difícil en materia de ciberseguridad pues en comparación con el año 2020, el país, tuvo un incremento de 52 por ciento en denuncias por fraude bancario en línea según informó la misma Comisión.
Por otro lado, la empresa de ciberseguridad Surfshark realizó un estudio sobre los 10 países con más ciberdelincuencia que reveló que México ocupa el noveno lugar con catorce víctimas por cada millón de usuarios de Internet, seguido de la India.
En total, mil 164 internautas mexicanos han fueron víctimas de los ciberdelincuentes en 2020, lo que muestra un crecimiento del 92 por ciento respecto a 2019.
Recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación bloqueó una propuesta de ley para obtener los datos biométricos de los 132 millones de usuarios de teléfonos celulares en el país lo que, entre otras cosas, buscaba mejorar la seguridad electrónica de todos, la corte tendrá sus razones, la privacidad entre ellos, y si no es ese el camino se tendrá que buscar otro a la altura del gran negocio que representan las telecomunicaciones en el país.
El impulso del comercio electrónico, sobre todo después de la pandemia, debería estar vigilado por las autoridades y también por las marcas que en caso de detectarlo deben denunciar la suplantación de sus tiendas virtuales, de lo contrario se perderá la confianza que hasta ahora se han ganado con mucho esfuerzo. Lo único que nos queda es verificar los sitios electrónicos, andarse con cuidado aunque desde mi punto de vista, lo mejor es que vaya a la tienda y disfrute sus compras.