Para la gente con agendas apretadas, es común enfocarse en la productividad y dejar de lado cualquier cosa que consuma tiempo o energía y no pueda ser traducido en optimización de estos recursos “finitos”.
Para alguien que suele pasar horas extras en la oficina, sin tomar descansos breves entre reuniones o que estira hasta el último los horarios de cada actividad, podría parecer descabellado tomarse el tiempo o la delicadeza de pensar en la mejor manera de expresar un comentario constructivo o entablar conversaciones que involucren el ámbito personal de los compañeros.
Cuando todo es urgente y el futuro de la compañía depende de la velocidad de ejecución, la comunicación directa parece ser la única opción, incluso si se limita a una forma “contundente/eficiente”.
El tema aquí es que más rápido o directo no siempre implica que sea mejor o más eficiente. Existe la posibilidad de abrirse a formas diferentes que pueden influir de manera directa en la productividad, sin tener que enfocare única y exclusivamente en la ejecución. Una de ellas es la empatía en el ambiente laboral.
La empatía puede comprenderse como la capacidad para comprender y compartir los sentimientos de otro. Ser empático no implica tomar largos períodos de tiempo para profundizar sobre la vida personal dejando de lado las actividades profesionales. En realdad, la empatía consiste más en una toma de perspectiva de tus interlocutores para eficientar tiempos a corto y largo plazo.
Hay que comprender que cada persona vive en su propio mundo, con vivencias únicas, personales e “intransferibles”. Por lo tanto, cada persona tiene una forma particular de ver las cosas. De ahí que, las situaciones de trabajo se quieran resolver desde tantas y tan variadas perspectivas.
Si redefinimos la empatía como una oportunidad para empatar con las perspectivas de cada uno, podemos entender que no funciona contra la eficiencia; sino en favor de esta. Entre más pronto encuentres una perspectiva común, más pronto podrás hablar un lenguaje más común y generar una sinergia en lugar de resistencia.
Así que, si crees que no tienes tiempo para ser empático, diría que tienes menos tiempo para no serlo. La comunicación directa y la empatía son compatibles, y cuando logras la forma en que coexistan todo tiende a funcionar mejor en el negocio.
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