Uno de los principales rasgos para lograr lo que queremos es tener la capacidad de desarrollar nuestra propia motivación personal.
Es decir, la habilidad que todos tenemos para empoderar nuestras acciones por medio de la voluntad y determinación orientadas hacia un objetivo claro y definido que esté en sintonía con nosotros mismos. Es ese proceso interno en el que una persona descubre, nutre y mantiene una causa que le permite mantener el curso de sus acciones, orientadas hacia un resultado específico.
Nuestro rendimiento se puede ver afectado drásticamente por la motivación con la que contamos. Me puedo atrever a decir que es uno de los factores de mayor preponderancia a la hora de lograr las cosas que nos proponemos. Es por eso por lo que saber identificarla, desarrollarla y mantenerla es algo que será de inmenso valor para ti.
A continuación, menciono algunas de las principales formas en las que puedes cultivar, nutrir y mantener tu motivación:
Define lo importante para ti
Muy importante, ya que hay que tener la perspectiva correcta para emplearnos a fondo en algo que si sea auténticamente redituable (en todos los aspectos). Es decir, por importante me refiero a la causa o propósito que tienes como motor. Algo más elevado a simplemente “desear algo”. Mientras que un deseo consiste en anhelar algo “ajeno a nosotros” que esperamos obtener mediante la “influencia” de un agente “externo”, nuestra causa implica la apropiación de ese deseo para utilizarlo como una fuente de poder personal y motivará nuestras acciones para manifestarlo. Es ese agente que “empodera” y da “cause” a nuestras acciones para convertirnos en los únicos responsables de conseguir lo que queremos.
Aprende a Observar
Es probable que, si no ves la posibilidad de lograr algo que deseas para tu vida, tú mismo hayas creado la situación que origina dicha carencia. Si pretendes resolver un problema desde la misma forma de pensar/actuar con la que lo originaste, será prácticamente imposible llegar a una solución. Las personas que se saben observarse a sí mismos tienen la posibilidad de identificar y mejorar sus “áreas de oportunidad” Observarse y evaluarse constantemente es uno de los pasos más importantes, ya que a mayor conciencia de nuestras “fallas y aciertos”, nos será mucho más fácil romper los viejos vicios y fortalecer nuestros rasgos fuertes.
Identifica tus rasgos fuertes
En muchas ocasiones, la forma de pensar en occidente tiende a orientar nuestra atención a la corrección de nuestras fallas, en lugar de aprovechar y desarrollar nuestras fortalezas. Al enfocarnos en “perfeccionar” una “debilidad”, gastamos mucha más energía que si nos enfocamos en trabajar una fortaleza. Así pues, atender nuestras debilidades se convierte en una prioridad hasta el punto en el que no sean un obstáculo para el uso de nuestras fortalezas.
Diseña y ejecuta la actitud adecuada
La actitud adecuada no solo se refiere a mantenerse consciente en la construcción de hábitos que nos ayuden a alcanzar las cosas que queremos. Cabe resaltar que una actitud se tiene que diseñar de manera consciente ya que, si nos sabemos observar, podremos identificar los prontos o momentos en los que nuestro ánimo no está bien. Diseñar implica trabajar y desarrollar un traje a la medida que nos permita empoderar la causa que nos motiva. Por otro lado, es también muy importante ejecutar la actitud. Muchas veces solo nos quedamos con la idea de que “hay que estar contentos”, pero en cuanto regresamos a nuestra rutina, nuestra actitud cambia por completo. Ejecutar implica llevar a cabo y sostener.
Distingue hábitos de rutina
El desarrollo de hábitos es completamente diferente a establecer una rutina. Mientras que los hábitos son el fruto de una disciplina consciente orientada a obtener un resultado específico, la rutina es el resultado de un patrón de acciones de costumbre “inconscientes”. Los hábitos tienen una causa y apuntan gradualmente hacia la meta (Hago ejercicio porque deseo ser sano), mientras que la rutina no (Voy a ver televisión porque siempre veo televisión antes de dormir). En la medida en la que mantengamos la actitud correcta hacia nuestras causas, seremos más propensos a mantenernos motivados y lograr de manera consciente lo que queremos.
Reflexión + Acción nutren la Motivación
El elemento más importante de la motivación es la acción. Si bien es muy importante tener muy claro lo que queremos, enfocarse de más en los deseos y en la planeación para conseguir los mismos puede originar perderse en una burocracia personal que terminará por minar todo el proceso. Si nuestra causa no alcanza el suficiente nivel de acción en un momento oportuno, la motivación con toda seguridad se desvanecerá.
¿Te has puesto a pensar realmente que es importante para ti? ¿Realmente lo sabes? ¿Qué tanto trabajas en tu motivación? Te invito a que participes en este espacio y sigas la conversación en @carlosluer. Nos seguimos leyendo por aquí