Por: Joel Gómez
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Cada vez resulta más común que pequeños empresarios (PyMES) y emprendedores reciban cartas (vía postal o correo electrónico) de despachos de abogados que dicen básicamente lo siguiente:
·Que son representantes legales del titular de una marca registrada (usualmente el dueño de esta marca es una empresa grande, reconocida y multinacional);
·Que saben que tú estás haciendo uso de dicha marca registrada (ya sea de manera idéntica o con un signo distintivo similar en grado de confusión);
·Que el titular de la marca (su representada) no te ha dado permiso para usarla, y por lo tanto consideran “ilegal” el uso que estás haciendo de la misma;
·Que tienes “tantos” días para cesar todo uso de la marca, y cuando se trata de un nombre de dominio, también te piden que lo entregues o transfieras al titular de la marca;
·Que si no cumples con sus pretensiones, te van a demandar por la vía administrativa, penal, civil y todas las que se les ocurra, para buscar resarcir los daños y perjuicios que les has causado.
A estos comunicados se les conoce en el gremio legal como “cartas de cese y desistimiento”. No importa si se trata de una empresa grande, mediana o pequeña, si los abogados creen que estás violando la marca de su cliente, te enviarán una carta como esta. Como es obvio, el objetivo es “amenazar y asustar” para lograr su objetivo (evitar que uses la marca de su cliente) sin irse a litigios que pueden tardar años y sin garantía de éxito.
Hay dos errores muy comunes que cometen quienes reciben estas cartas de cese y desistimiento: (1) contestarla sin asesoría legal o (2) contestarla con asesoría legal inadecuada (típicamente recurren al abogado familiar o de la empresa, que no tiene experiencia en asuntos de propiedad intelectual).
Lo que tienes que saber es que es probable que los abogados que redactaron la carta estén mintiendo o cuando menos estén exagerando en sus afirmaciones y pretensiones.
Hay “45 clases de marcas” por lo que es perfectamente viable que dos marcas idénticas puedan convivir legalmente en industrias o productos distintos. El mejor ejemplo es la marca Cherokee que seguramente la mayoría asociamos a automóviles de la marca Jeep, perteneciente a Chrysler Group LLC, pero pocas veces nos pensamos que también existe la marca Cherokee para ropa que es vendida en supermercados mexicanos, propiedad de la empresa Cherokee, Inc. Además existe la marca Cherokee para productos agrícolas y otra marca Cherokee para productos farmacéuticos. Estas cuatro marcas pertenecen a Clases y a empresas muy distintas, y pueden convivir legalmente sin ningún problema. Si tú usas tu marca para distinguir un producto o servicio diferente al de la empresa que te pide cesar el uso de la misma, es probable que tengas derechos plenos para seguir usándola sin infringir derechos de terceros.
Otra posibilidad es que uses una marca con anterioridad a la fecha en que la empresa que te envió la carta obtuvo su marca. En mi columna pasada comenté el caso de Apple vs. iFone, S.A. de C.V. El gigante de Cupertino buscó por todos los medios legales que la pequeña empresa mexicana dejara de usar la marca “iFone”, pero falló estrepitosamente en tres ocasiones, ya que los tribunales mexicanos reconocieron el derecho de esta empresa a usar “iFone”, puesto que dicha marca fue concedida en 2003 y las marcas “iPhone” de Apple no fueron concedidas sino hasta en el 2007 y 2008.
En suma, si recibes una de estas cartas amenazantes no entres en pánico ni contestes nada a los abogados que te la enviaron sin la previa asesoría legal de un experto en propiedad intelectual. Contestar sin saber es como ir a la guerra sin fusil. Puedes arruinar toda posibilidad de éxito si no cuentas con una asesoría legal adecuada. Si haces un uso legítimo y de buena fe de tu marca, seguramente tendrás posibilidad de defenderla y conservarla.