Eliminar el código de vestimenta de las empresas es un tema que ha llamado mi atención desde que leí un artículo en el cual, la Asociación de Banqueros de Australia (Australia and New Zealand Banking Group y por sus siglas ANZ), decidió eliminar su código y política de vestuario corporativo.
El pasado mes de diciembre la ANZ anunció que cinco mil banqueros podrían descartar sus trajes al considerar que la iniciativa conocida como “vestimenta para el día” reemplazará la política anterior de vestimenta corporativa con el fin de destacar la libertad individual para que el personal pueda vestir como lo desee y optar por una vestimenta más casual.
Internamente se explicó que el cambio corresponde al nuevo enfoque que el banco quiere para trabajar, el cual permite al personal conocer su “auténtico yo” en el ámbito laboral, asimismo, el banco reconoció los comentarios positivos expresados al respecto.
En relación con la iniciativa, el banco ha distribuido una serie de imágenes previamente aprobadas por el ejecutivo de ANZ para aclarar a los empleados las confusiones que ha generado esta transición; dichas fotografías integran al director, al CEO y a los jefes de diversas áreas.
En mi opinión y como experta en consultoría de imagen para los negocios, considero que esta medida puede ser riesgosa, dado que, ante los ojos de los directivos y trabajadores del banco, puede percibirse como liberadora y al mismo tiempo puede llegar a ser contraproducente. La laxitud que logra producir el dar total libertad de vestimenta, consigue deteriorar la percepción ante los clientes.
Según un artículo publicado por Grupo Financiero MONEX, estudios realizados en la Universidad de Columbia y la Universidad de California, mencionan que, al vestir de traje, las personas mejoran sus “aptitudes físicas y mentales incrementando su pensamiento abstracto, el cual es importante para la creatividad y el pensamiento estratégico”. Indiscutiblemente, el desconocimiento de muchas personas con relación a que la vestimenta relajada proyecta poca seriedad deteriora el branding de las personas, así como de las instituciones para las cuales trabajan.
Pregunto: ¿Te gustaría llegar al banco a invertir tu patrimonio y que lo recibiera alguien en camiseta y jeans? A eso nos exponemos cuando se da la flexibilidad de “vestimenta para el día” sin tener las nociones de la vestimenta formal profesional y sus grandes consecuencias para el mundo de los negocios.
Mi postura no tiene que ver con el uso de vestimenta conservadora, sino con ser congruentes, acorde a la industria para la que trabajas y lo que quieres proyectar a tus clientes. Los bancos son instituciones serias en donde la vestimenta y la proyección profesional requieren formalidad y seriedad. ¿O tú que piensas?