La relevancia que tomó la comunicación interna durante la pandemia, no se ha agotado. Hay combustibles que están impulsando su valor y otros aditivos como la llegada de la NOM-035. El hecho de que el trabajo a distancia será parte del día a día en el futuro y otras variables que afectan la relación trabajador-empresa, como la falta de una idea precisa del final del confinamiento, mantienen en alerta a la comunicación con los empleados.
Hace unos días, el despacho Chévez, Ruiz Zamarripa y la agencia de relaciones públicas AB Estudio de Comunicación, ofrecieron una conferencia sobre el impacto que la NOM-035 en los ámbitos legales y de comunicación para las empresas. Es preocupante que un gran número de organizaciones aún no atienden los requisitos para la aplicación de esta norma y uno de los motivos se debe a la desconexión que provoca el distanciamiento y la poca comunicación que hay al respecto.
A este desafío agreguemos que las empresas están lidiando con presupuestos limitados y enfrentando una recesión económica, lo que sigue generando inquietudes dentro de la organización. Y, cuando, en tiempos difíciles como estos, los equipos de comunicación deben de apoyarse en la inteligencia emocional para inspirar y apoyar a su gente.
Los empleados en todo el mundo están lidiando con preocupaciones sobre la salud y seguridad, la incertidumbre económica, el trabajo remoto combinado con el cuidado de los niños y muchas otras vicisitudes que quizás ni siquiera imaginaban. Por eso el apoyo y la atención que se les brinde, no puede permitirse una tregua, por el contrario, debe de mantener constancia y consistencia.
Comencemos con el tono y la narrativa. El lenguaje es una herramienta poderosa y muchos de nosotros, no siempre somos conscientes del impacto que nuestras palabras pueden tener cuando nos dirigimos a otros. Dado el clima actual, y después de poco más de ocho meses de trabajo remoto, los líderes de equipo deben reconsiderar la forma en que se dirigen a sus empleados para asegurarse de que sus palabras construyan y no derrumben.
Palabras como “ayuda”, “asistencia”, “beneficio”, “apoyo”, “empoderamiento” y “participación” pueden impactar positivamente y ayudar a comunicar mejor sus ideas, tareas o motivaciones. Por otro lado, “valerse”, “explotar”, “capitalizar”, “aprovechar” y “maximizar” son solo algunas de los vocablos que suenan como jerga de guerra, y estos pueden tener un efecto contrario en estas condiciones.
Esto, por supuesto, se basa en el individuo. No todos los empleados se sienten empoderados o desanimados por la misma verborrea. Algunos pueden necesitar un enfoque suave y motivador, mientras que otros preferirán su estilo habitual de comunicación. Por lo tanto, es crucial que los líderes de los equipos, traten de relacionarse de manera individual, para percibir qué estilo de comunicación podría adaptarse mejor para cada miembro.
La narrativa no ha perdido sus elementos esenciales durante esta pandemia: transparencia, oportunidad, solidaridad. Pero para quienes conocen mejor a su equipo, es primordial mantener el diálogo para descubrir lo que piensan. Cuando se trata de motivación, no hay nada mejor que estar allí para ellos, demostrando sensibilidad y empatía, sin olvidarse que se trata de un esfuerzo colectivo.
Por eso, aquellas reuniones que algunos consideran fastidiosas, ahora resultan más importantes que nunca. La sobrecomunicación se ha convertido en un buen aliado, pues contribuye a que todos estén al día y se sientan considerados.
Un recurso que ha resultado efectivo durante esta situación, es el tocar base con los equipos individualmente, dedicándoles tiempo para hablar sobre cualquier desafío o problema que estén enfrentando y que quizás no conozca. Luego, al final de la semana, utilizar de 5 a 10 minutos para ver si los problemas discutidos se han resuelto, qué se logró esa semana y cómo pueden ser apoyados.
Y, en lugar de perder tiempo informando el estado de cada uno de los proyectos, valerse de herramientas colaborativas como Trello, Slack o Monday, que permiten al equipo participar, publicar actualizaciones en tiempo real o en vivo y organizar sus proyectos.
Y se preguntarán ¿dónde quedó lo social? Antes de que empezáramos a trabajar virtualmente, no todo era trabajo ni diversión. Los equipos, se unían a través de cafés, almuerzos, celebraciones en la oficina y mucho más. Esto prácticamente desapareció con el teletrabajo.
Para llenar ese vacío, los equipos deben organizar cafés virtuales, convivios y juegos. Reunirse con sus compañeros de equipo para discutir los acontecimientos actuales y los proyectos de viaje, en realidad, cualquier cosa que no sea el trabajo. Ese tiempo debe aprovecharse para reforzar el vínculo entre los miembros del equipo y animarlos a compartir sus ideas y planes para recordarles que estamos todos juntos en esto. El resultado del tiempo que pasen juntos se verá reflejado en su trabajo y permitirá trabajar mejor en equipo.