La pandemia por COVID-19 puso nuevos retos sobre la mesa para todas las empresas alrededor del mundo, pero quizá el cambio más significativo fue la incorporación de nuevas herramientas tecnológicas para la automatización de sus procesos.
Ya sea que se trate de empresas que redujeron su productividad a consecuencia del confinamiento, o que detuvieron sus labores y están retomando sus actividades en el contexto de la “nueva normalidad”, la automatización ha sido clave para que muchas empresas sobrevivan a esta crisis, puedan operar a distancia y agilizar sus operaciones.
La forma de trabajar en las empresas tras la aparición del COVID-19 cambió drásticamente. Hoy los equipos no se reúnen en salas de juntas, sino en sesiones en Zoom; no se va a una oficina, sino a plataformas en la nube; los alumnos no asisten a la escuela, aprenden en aulas virtuales; es decir, implementamos todo un conjunto de herramientas digitales en tiempo récord para poder realizar nuestras labores habituales.
Según una encuesta de KPMG y Harvey Nash, la pandemia aceleró como nunca antes la implementación de tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, Machine Learning, Blockchain y la automatización y el teletrabajo hasta en un 47% a nivel mundial; mientras que el Software as a Service (SaaS) se triplicó, actualmente 1 de cada 6 empresas lo incorporó de forma permanente.
El teletrabajo como una nueva forma de organización también contribuyó al crecimiento de la adopción de tecnología por parte de las empresas, lo que llevó a compañías de videoconferencias como Zoom que a mayo pasado generó ganancias por $48.8 mil millones de dólares a comparación de los $ 623 millones de dólares que obtuvo en 2019. Ahora esta plataforma vale más que las 7 compañías aéreas más grandes del mundo.
Otras empresas como Amazon también incrementaron sus ingresos considerablemente a raíz del COVID. La plataforma que dirige Jeff Bezos logró aumentar sus ganancias en un 69% en comparación al 2019. Tan sólo entre enero y septiembre pasados sus ventas alcanzaron los 260.509 millones de dólares, según Reuters.
Lo anterior demuestra que la pandemia generó uno de los mayores incrementos en inversión tecnológica de todos los tiempos, con cerca de 15 mil millones de dólares adicionales a la semana, tan sólo durante los primeros meses del confinamiento, según un estudio realizado por la consultora KPMG.
La automatización ha sido un activo invaluable y una solución que está cambiando la forma en que operan las empresas, pero también está sentando un nuevo precedente en lo que se refiere a la estructura de trabajo y en cómo las empresas desarrollan sus habilidades de resiliencia a la par de que incorporan nuevas tecnologías de automatización.
En este sentido, puedo percibir tres ventajas que tiene la automatización:
- Aumenta la agilidad, diversidad y flexibilidad en las operaciones de la cadena de suministros.
- Aborda las presiones de costos extraordinarios mediante la automatización de tareas administrativas y operativas.
- Apoya la fuerza de trabajo remota.
Fuerza de trabajo clave en la automatización
La automatización no excluye la importancia que la fuerza de trabajo tiene para una organización; al contrario, está haciendo que las empresas de todo el mundo vean a su personal como un elemento clave para que la incorporación de estas tecnologías sea fructífera.
Cerca del 57% de los trabajadores de empresas que aceleraron su automatización durante la pandemia dicen sentirse moderadamente ansiosos o muy ansiosos, respecto a su capacidad para desempeñar sus labores con éxito debido a estos cambios, así como al estrés causado por la presencia del virus, según el mismo estudio de Forrester.
Sin embargo, estos cambios son una nueva oportunidad para afinar habilidades y conocimientos que permitan a los colaboradores especializarse, ser más competitivos y estar mejor cualificados para afrontar las necesidades de un contexto futuro.
El dominio que el personal tenga de estas herramientas y el empeño que las empresas pongan en capacitarlos será el gran diferenciador entre las compañías resilientes y las que se quedan en el intento. La crisis ha servido para enfatizar esta división, que cada vez estará más acentuada entre las organizaciones que impulsan una estrategia integral mediante el uso de la tecnología y las que no.