Siempre he dudado de la inteligencia humana en algunos aspectos. Han tenido que pasar años, errores e infinito sufrimiento de muchos para darnos cuenta que las personas somos mejores cuando estamos bien, nos sentimos bien, o como dicen algunos, somos felices. Me refiero por ejemplo al entorno laboral.
Antes, el empleado era un recurso más de la fábrica u oficina, y el valor estaba en la cantidad de tiempo sentado en su escritorio o en el número de piezas que ensamblaba o en los clientes atendidos o los pares de zapatos vendidos en un día.
Todo se basada en los números, pues sí, en las ganancias y la rentabilidad. Sin importar cómo hacían sus diversos trabajos esos seres humanos, a qué hora tenían que levantarse, cómo se sentían, si estaban bien nutridos, si sus vidas fluían y tenían sentido, si se sentían amados por los demás. Pues no. Qué cursi hubiera sido pensar en esas cosas tan románticas cuando los negocios se basan en hacer dinero.
Y hace años cuando se dio vuelta a la ecuación parece que hubiéramos descubierto que el agua moja, o como dicen acá, que inventamos el hilo negro. La realidad de lo que somos y necesitamos ha sido una obviedad siempre, pero el concepto de invertir en esos términos para generar mejores resultados en lo que hacemos parece ser el hilo negro. De ahí que hoy muchas empresa no solamente tienen jefes, sino gefes. Así, con g.
Una nueva gerencia que va a las causas de las cosas. Sí, que no se queda en aceitar las máquinas, actualizarlas y mejorar el producto solamente. El trabajo de los gefes o “gerentes de felicidad” consiste en buscar las formas de que las personas estén bien, se sientan a gusto y, por consiguiente, den lo mejor de sí mismas en el trabajo y en la vida. Así de sencillo, o de complejo. Depende de los anteojos con que se mire.
El cargo de gefe no requiere de ningún nivel en una organización, sino de habilidades de liderazgo y carisma. Además, los gefes en principio deben procurar su propio bienestar e irradiarlo, para luego diseñar caminos para los otros. Para eso debe conocer a cada individuo de una compañía, me refiero a conocer lo mejor posible quien es el que está debajo de la camisa y la corbata o quien es la que se cubre con el traje sastre o el uniforme laboral.
Una labor interesantísima y esencial, quizás la más esencial de todo el engranaje de un equipo. Tiene que ver con credibilidad, confianza, empatía, tiempo, comprensión, estrategias, comunicación. Parece una tontería, pero me llama enormemente la atención que la humanidad descubra siempre tarde que somos humanos y que es tonto, y poco productivo por cierto, ser tratados como robots con piel.
Pero así es… seguimos cada día inventando el hilo negro y sorprendiéndonos de los hallazgos. Cosas tan básicas como un lugar agradable para trabajar (es decir, pasar la mayor cantidad de tiempo de vida de alguien), ser compensados tanto económica como emocionalmente, entender nuestro aporte a unos objetivos comunes, ser capaces de expresarnos y de manifestar inconformidades, sentir confianza y ser valorados, aprender y mejorar. En pocas palabras, sentir motivación, tranquilidad y alegría de hacer lo que hacemos todos los días. En fin. Aplausos a los gefes y que cada día se contraten más y más gefes. Y que, en lo particular, logremos un óptimo desempeño como gefes de nosotros mismos.