Internacional.- Google Translate es la herramienta de traducción automática de idiomas del gigante de Internet. A punto de cumplir una década, ya asiste a 200 millones de usuarios por mes. ¿Cómo hace para traducir?
Cuando con este comunicado, “Statistical machine translation live”, publicado en abril de 2006, Google daba vida a su traductor en línea, pocos se imaginaban que tendría un éxito tan impresionante. Es que si bien una herramienta de estas características seguramente iba a ser muy demandada, había mucho escepticismo respecto de que las traducciones fueran realmente certeras.
El tiempo demostró que, pese a enormes dificultades de interpretación de modismos y términos técnicos, a muchos les sirve para llegar a entender textos (desde palabras hasta extensos artículos) que, “antes de Google Translate”, hubiera demandado horas.
Cómo funciona
El sistema, según la explicación de Google cuando presentó el servicio, funciona mediante “técnicas de aprendizaje estadístico” para construir su modelo de traducción. Por eso mejora con el tiempo: mientras más traduce, más aprende.
“Analiza miles de millones de palabras y documentos en busca de patrones que lo ayudan a determinar cuál es la mejor traducción. Al detectar esos patrones en documentos que ya han sido traducidos por un humano, puede intuir de forma inteligente cuál es la alternativa más adecuada”, dice Google.
Eso explica por qué el resultado, muchas veces, no es preciso y presenta incorrecciones: Google intuye la traducción en base a anteriores traducciones, pero no puede hacer el análisis semántico del resultado. Algo así como “traducir matemática y estadísticamente”.
En efecto, la clave son las estadísticas. Eso es lo que lo hace efectivo. “El traductor de Google es el ejemplo más claro de la traducción automática estadística (SMT). Al estar basado en algoritmos, todas las traducciones son el resultado de un modelo estadístico”, dice Statistic Views. “Google no ha incorporado en su traductor consejos de expertos de la lengua, ni normas o diccionarios gramaticales. En un sentido más amplio, Translate no sabe nada sobre el lenguaje. Nada en absoluto”, agrega.
Pero hay un problema. “Al basarse en millones de textos (bilingües) traducidos anteriormente, tiene un punto débil: en muchos casos no traduce directamente del ‘idioma 1′ al idioma 2’, por lo menos no en la mayoría de los casos”, explican en Statistic Views. En muchas traducciones ofrecidos, del coreano al urdu, por ejemplo, no existe una historia de la traducción entre ellos, y por lo tanto, no hay textos vinculados, ni en la web ni en ningún otro lugar que Google pueda usar. Como resultado, el algoritmo traduce el texto al inglés, el idioma con el mayor número de relaciones, y luego al idioma pretendido. Más detalles en “Las estadísticas detrás de Google Translate”.
Visitas
Su éxito lo demuestran los últimos números dados a conocer en 2014 por el gigante de Mountain View, cuando reconoció que utilizan el servicio 200 millones de personas por mes y que convierte 1.000 millones de textos diarios.
Otros datos: desde octubre de 2015, el traductor de Google incorporó 10 idiomas más, sumando 90 en total. Cuando comenzó, sólo era posible traducir del inglés al árabe y viceversa.
Según aquellos datos dados a conocer por Google, el 92 por ciento del tráfico de la aplicación proviene de fuera de los Estados Unidos, mientras que entre sus usos más frecuentes se encuentra su utilización como asistente de voz para viajeros.
No hay muchos datos sobre el alcance de Translate más allá de lo publicado en 2014 por Google. Por ejemplo, se puede decir que es uno de los servicios más usados por los registrados en Whatsapp.